El diario plural del Zulia

Ramón Guillermo Aveledo // 272

Al profesor Elio Gómez Grillo lo respeté y aprecié. Largos años dedicado a la docencia, leal a sus ideas políticas de izquierda y consagrado, en la cátedra, los escritos y la lucha cívica a la causa de un penitenciarismo humanista, en lo que sí coincidimos. 

El artículo 272 de la Constitución tiene el sello del constituyente Gómez Grillo. En él se llevaban a la máxima jerarquía normativa del país, los principios que ya habían inspirado la Ley de Régimen Penitenciario que me esmeré en concluir. La única aprobada por el Congreso disuelto en 1999, creo que por unanimidad. Me hacían chistes de que en mi insistencia legislativa me parecía a los violinistas del Titanic. 

En el 272 están las líneas maestras para una política penitenciaria. Dice, a la letra: “El Estado garantizará un sistema penitenciario que asegure la rehabilitación del interno o interna y el respeto a sus derechos humanos. Para ello, los establecimientos penitenciarios contarán con espacios para el trabajo, el estudio, el deporte y la recreación; funcionarán bajo la dirección de penitenciaristas profesionales con credenciales académicas universitarias y se regirán por una administración descentralizada, a cargo de los gobiernos estadales o municipales, pudiendo ser sometidos a modalidades de privatización.

En general, se preferirá en ellos el régimen abierto y el carácter de colonias agrícolas penitenciarias. En todo caso, las fórmulas de cumplimiento de penas no privativas de la libertad se aplicarán con preferencia a las medidas de naturaleza reclusoria. El Estado creará las instituciones indispensables para la asistencia postpenitenciaria que posibilite la reinserción social del exinterno o exinterna y propiciará la creación de un ente penitenciario con carácter autónomo y con personal exclusivamente técnico”.

Veintiún años después, gobernando ininterrumpidamente quienes promovieron la aprobación de esa Constitución y habiendo manejado la más fabulosa cantidad de dinero jamás recibida por Venezuela, las cárceles son noticia sólo para el escándalo y la vergüenza, como cada rincón de la administración pública nacional. 

Los trágicos eventos del Centro Penitenciario de Los Llanos en Guanare son una expresión patética de la distancia insalvable entre la promesa revolucionaria y la penosa realidad gubernativa encharcada en la incompetencia, el despilfarro y la corrupción que lo contaminan todo. ¿Qué diría el constituyente Gómez Grillo? Para los que estamos aquí, no hay palabras.

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