El diario plural del Zulia

Protesta universitaria, por César Ramos Parra

La comunidad universitaria, o al menos gran parte de ella, se ha movilizado en las calles durante la semana que concluye para expresar su inconformidad por el alto deterioro de su nivel de vida, así como sus aspiraciones a recibir un trato justo y no discriminatorio que el Gobierno Nacional persiste en dar a las universidades.

Nuestros líderes gremiales de ASDELUZ y SOLUZ, en su legítimo y pleno derecho, concretan en la solicitud de incrementos salariales, cálculo del Bono de Alimentación, ajustes del tabulador del personal administrativo y obrero, muchas de esas categorías ocupacionales han quedado rezagadas inclusive, debajo del salario mínimo. Situación dramática confrontamos igualmente, los miembros del personal docente e investigación, no sólo por ver afectado nuestro poder adquisitivo que conlleva a un desmejoramiento en nuestra calidad de vida, sino a la paralización del proceso de formación de los profesores más jóvenes, la interrupción de muchos proyectos de investigación por la carencia de materiales e insumos para desarrollarlos y lógicamente, el deterioro de la docencia de pre y postgrado con serios perjuicios para los estudiantes y la formación del capital intelectual del País, así como la fuga de talentos que nos ha costado mucho formar.

Un escenario como este, aunado a la problemática de inseguridad personal y patrimonial de los miembros de la comunidad universitaria, la ausencia de ambientes idóneos, la paralización de los servicios y providencias estudiantiles, entre otros muchos factores adversos, ha generado un clima de malestar, un ambiente organizacional signado por la anarquía, el conflicto permanente y la ausencia de las condiciones para cumplir mínimamente con las funciones universitarias.

Las consideraciones precedentes obligan a realizar una profunda re exión de todos, para salvar nuestra Universidad. La confrontación y rivalidades internas deben encontrar en este momento un cese definitivo, mancomunando esfuerzos que permitan abordar con eficacia las dificultades, por lo cual, es imprescindible la unidad de propósitos. Autoridades y gremios están en el deber de abrir los espacios de diálogo y negociación para superar los enfrentamientos que agravan aún más la situación. Urge deponer actitudes que sólo conducen al debilitamiento, profundización de la anarquía y el fracaso, en las justas luchas por nuestras aspiraciones y derechos.

El País está inmerso en una profunda crisis que nos arrastra a todos. Estamos obligados a integrarnos con otros componentes de la sociedad para contribuir a buscar la solución, de manera pacífica, democrática y constitucional, puesto que se trata de un serio problema político y estructural del cual se deriva todo lo demás. No podemos continuar por nuestro lado, en una lucha parcial y sin impacto, desvinculados del resto de los actores sociales. Los incrementos salariales en una situación de estancamiento económico e inflación galopante, como la nuestra, son: “pan para hoy y hambre para mañana”. El problema es el fracaso rotundo del modelo político-económico del Socialismo del Siglo XXI que este gobierno nos impuso, que nos ha lleva al abismo y el cual, tercamente se niega a cambiar, lo que hace impostergable entonces, cambiar al gobierno.

 

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