El diario plural del Zulia

Políticas excluyentes, por Antonio Pérez Esclarín

Resulta asombroso y hasta cínico que un gobierno que ha voceado con tanta insistencia la inclusión, esté resultando tan cruelmente excluyente. Nos excluyeron a las mayorías de salud y medicinas (yo tuve que conseguir en Colombia las pastillas para mi tensión), y sería bueno preguntarse quiénes son los responsables de los que están muriendo por la falta de medicamentos y adecuada atención médica. Como decía el viejo catecismo hay pecados de acción y también de omisión, es decir, uno es responsable de los males que causa directamente, pero también lo es de aquellos que, pudiendo evitar, no lo hace. ¿Por qué esa terquedad en impedir la ayuda humanitaria de medicinas que podrían salvar vidas de venezolanos? ¿Acaso no les importan esos muertos? ¿También carecen de medicinas los gobernantes o algunos de sus familiares? ¿No se trataba de construir con el socialismo del siglo XXI una sociedad igualitaria?.

Nos han excluido a las mayorías de la posibilidad de alimentarnos debidamente y nos ofrecen retóricamente propuestas de solución a los problemas de abastecimiento, que no terminan de cuajar ni resolver nada. El otro día le escuché al Presidente que los CLAP iban a repartir bolsas de comida cada quince días. Les con eso que en el edificio donde yo vivo, una zona popular de Sierra Maestra, en el municipio San Francisco, los CLAP solo han pasado una vez, hace ya dos meses, y solo vendieron una bolsa con dos harinas, dos arroces y dos pastas. Lo verdaderamente lamentable y cruel es que el Presidente haya intentado hacer un chiste con el hambre de la gente. Eso de que “la dieta de Maduro te pone duro sin necesidad de viagra” no es sólo una enorme vulgaridad, sino que resulta una verdadera burla a los muchos venezolanos que deben mandar a los hijos a la cama con el estómago vacío. Esta mañana, mientras caminaba un rato frente al edificio donde vivo, en menos de media hora, vi acercarse a cuatro personas distintas a revisar el container de la basura.

Ahora están empeñados en excluir a las mayorías del derecho a participar en la solución democrática y electoral de la terrible crisis que vivimos. No quieren aceptar que las mayorías les han retirado su apoyo como se demostró en las elecciones a la asamblea. Por todos los medios boicotean sus resoluciones y ofenden a los dirigentes sin caer en la cuenta que están ofendiendo a los millones que los eligieron. Siguen repitiendo que no tienen miedo a medirse electoralmente y sacan una y otra vez que de 19 elecciones ganaron 17, sin querer ver que alardean de una fuerza pasada que ya no tienen. Es como si un equipo de beisbol venido a menos, alardeara de su cadena de triunfos pasados sin querer ver las derrotas que sufre en la actualidad, que por ello, hasta se niega a seguir jugando. Derrotas que, volviendo a la realidad política del país, se vienen reafirmando en todas las encuestas y en las masivas marchas de millones de personas que claman por un referendo revocatorio que posibilite un cambio de gobierno en paz. ¿Sabrá la señora Tibisay Lucena que ella no es la dueña del poder electoral, sino que somos nosotros y que, en consecuencia, tiene el deber de escucharnos, obedecernos y atender nuestras peticiones? Detrás de un discurso que apela al cumplimiento de la ley, se oculta su violación.

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