El diario plural del Zulia

Paz y ciudadanía, por Ramón Guillermo Aveledo

“El respeto al derecho ajeno es la paz” decía Benito Juárez. Ese es el secreto de la convivencia de los seres humanos en sociedad. De eso estuve conversando en Barquisimeto, mi ciudad natal, privada de su alcalde Alfredo Ramos a su vez privado de libertad y sustituido inicuamente, con motivo de la Conferencia “Paz en modo ciudadano”, auspiciada por el Consejo Consultivo de la Ciudad.

La paz es mucho más que la ausencia de la violencia o la guerra, aunque eso sea necesario para que pueda decirse que existe, porque orden social es mucho más que orden público. Hacia allá apuntan los equilibrios sociales que la política, como instrumento humano para el bien común, debe procurar. Y si volvemos a la frase del prócer civil mexicano encontraremos la relación de los derechos con el Derecho, con el orden justo que garantiza a todos su desenvolvimiento en el presente y su posibilidad de pensar en el futuro.

Al respecto, hace poco leí una declaración del rector José Virtuoso de la Universidad Católica Andrés Bello que completa bien la idea de paz en su carácter multidimensional, “no puede hablarse de paz cuando no hay salud, educación y alimentación”. Sería una necedad no reconocer que tiene razón.

En 2015, la investigadora Yorelis Acosta, apoyada en teorías científicas ensayó un mapa emocional de Venezuela, según el cual el miedo es muy arraigado en caraqueños, llaneros de Cojedes y margariteños, mientras la rabia-molestia está muy presente en diversas regiones, pero señaladamente en Anzoátegui, Zulia, Portuguesa y Yaracuy.

La tristeza anda por ahí suelta haciendo estragos, pero sobre todo en Zulia, Carabobo, Lara y otra vez Caracas. La resignación-aceptación parece ser más fuerte en Portuguesa y la alegría sería mayor en Sucre, que en las demás regiones estudiadas. Del lado positivo, la expectativa se distribuye equilibradamente en nuestra geografía, la esperanza está muy repartida y hay mucha más en Lara que en Carabobo y la repugnancia es emoción apenas existente.

La verdad es que la paz es la vida civil. La vigencia del derecho a vivir y progresar en paz. A vivir que es bastante más que apenas sobrevivir. Es tener salud y seguridad, obvio, pero también la posibilidad de crear, de saber y comprender, de producir. La vida civil es el ejercicio libre del derecho a participar, en las decisiones y el Gobierno, en la creación y el goce de la riqueza y el futuro. De eso trata la ciudadanía.

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