El diario plural del Zulia

Odio la democracia, por Claudio Nazoa

Agradezca que el Gobierno le permite comprar lo que quiera; que no existan los productos, es otro problema

No entiendo cómo existen personas a quienes les gusta la democracia. ¿En qué mente enferma pueden tener cabida las ganas de ser libre? ¿Quién puede criticar que el Gobierno quiera darte alimentos, medicinas, deportes y cultura sin pagar ni un centavo? No hay nada mejor que depender de alguien y si es de un régimen dictatorial, mejor.

Lo que sucede es que la gente es ingrata y exigente. Si cubren gratis tus necesidades, ¿para qué ser libre? Es insólito que existan mentes retorcidas a quienes el Gobierno les da todo y, sin embargo, quieren leer, escuchar, ver y hacer lo que se les antoje. ¿Habrase visto semejante incoherencia? Es que ni siquiera hay necesidad de pensar. Lo que hay que hacer es dar las gracias. Por ejemplo, si va al mercado y no consigue leche, huevos o papel sanitario, bueno, use otra cosa, utilice el baño de un vecino… o qué sé yo. Y si no tiene efectivo, ¡no gaste! Así de sencillo. Agradezca que el Gobierno le permite comprar lo que quiera; que no existan los productos, es otro problema.

Pasamos quejándonos de lo mal que se comportan nuestros hijos. La verdad es que no los aguantamos. Secretamente deseamos que alguien, que no seamos nosotros, los termine de criar o que cumplan 18 años para que se casen y se larguen de la casa. ¡Es la verdad! Pero basta que el Gobierno pretenda quitárnoslos y adoctrinarlos, para que algunos malagradecidos y egoístas se quejen de que nos los quieren arrebatar para meterles ideas rojas en la cabeza. ¡Sea sincero! Aproveche la oportunidad y deshágase de esos bichos que tanto atormentan.

Otra ventaja de los países que no tienen democracia es que existe un solo canal de televisión, un solo periódico y una sola radio. ¡Eso es extraordinario! Imaginen todo lo que ahorraríamos sin cable, sin Internet, sin comprar cosas inútiles como libros, zapatos, pasta de dientes, toallas sanitarias, desodorantes, productos indispensables en países donde, por desgracia, existe democracia. Imagine no gastar en licor porque no le alcanza y no preocuparse porque no tiene Wi-Fi ni redes sociales. ¡Qué paz!

Ni hablar de la enorme ventaja de tener un solo Presidente que uno tiene la certeza de que morirá de viejito mandando y hablando pendejadas, prometiendo que el próximo año sí van a cambiar las cosas. Qué maravilloso no votar cada cinco años y que el cargo de presidente del CNE sea vitalicio.

Odio la democracia y todo lo que tenga que ver con la libertad, por eso mi lema es: “Con libertad, ofendo y temo”.

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