El diario plural del Zulia

Manejar la basura emocional, por Manuel Ocando

Las emociones son nuestra respuesta a las distintas experiencias y una forma de expresarse que vamos edificando día a día. Debemos tener mucha fortaleza espiritual para vencer la basura emocional que circunda hoy en día a nuestro alrededor producto de la miseria, el hambre, la carencia y la inseguridad, generada por la situación socioeconómica que está atravesando el país. La sociedad venezolana entera está contaminada por una especie de ira, desánimo, nostalgia y de tristeza vital que nos impacta a todos. En nuestro día a día, arrojamos a nuestro entorno gran cantidad de productos contaminantes denominados quejas, lamentos, juicios y agresiones que no procesamos correctamente. Estos contaminantes, también llamado basura emocional, son fruto de nuestra incompetencia para gestionar nuestras emociones oscuras llámense ansiedad, odio, rabia, celos, envidia o miedo. El término de “basura emocional” lo ha acuñado el psicólogo y economista David J. Pollay, estandarte de la “psicología positiva” que ha escrito un libro titulado “Reciclaje emocional. Aprende a controlar tus emociones”, en el que analiza cómo y por qué muchas veces las personas se convierten en receptoras de la basura emocional de otras.

Conductores que pitan impacientes y vociferando a la primera de cambio. Clientes que se indignan y se encolerizan en cuanto algún detalle no está a su gusto. Empleados que tratan de una manera insensible y grosera a los clientes. Jefes que se descargan de forma desproporcionada con sus empleados. Padres que aplican el “orden” a fuerza de gritos en la casa. Las formas que los seres humanos han encontrado para desahogar las frustraciones, miedos, decepciones, ansiedades y rabias son muchas y muy variadas, y todos hacemos uso de ellas en algún determinado momento. La basura emocional se hace presente cuando existe una acumulación de emociones tóxicas, que no hemos sabido manejar de forma adecuada y que acaban provocando una contaminación que perturba nuestro estado anímico y de las personas con quien compartimos diariamente. Todas estas emociones contaminantes tienen un impacto en el mundo exterior, y depende de cada uno de nosotros comprometernos a manejarla de forma efectiva, eficaz y apropiada. Tenemos que asumir el compromiso individual de manejar nuestras propias basuras emocionales, y dedicar un espacio importante de nuestro tiempo, cada día a mejorar nuestra higiene emocional. Podemos estar sufriendo lo inconfesable, podemos encontrarnos en un callejón sin salida, podemos incluso pensar que nada puede estar peor. Es difícil resistir el ataque de la penuria, la escasez o el estancamiento social pero es aún más complejo vencer la toxicidad de las personas, que estando cerca se muestran negativas, pesimistas y desalentadas. Contra lo que hay que luchar es contra la contaminación de nuestros sentimientos. No dejar que por propagación y asociación se adhieran a las actitudes de quienes les molesta la alegría y el bienestar de los demás. No consintamos que la mancha oscura de la basura emocional nos invada y nos tiña con su color. Como decía Gandhi: “Si cada día nos arreglamos el pelo, ¿por qué no hacemos lo mismo con el corazón?”

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