El diario plural del Zulia

Maduro se tambalea, por Énder Arenas Barrios

Fue en uno de estos días de bomba y humo en la que de una tanqueta de la GNB a todo parlante salió el grito de uno de sus ocupantes: “¡Los voy a atropellar malditos!”. No es una frase aislada, es, sin lugar a dudas, la expresión que hoy caracteriza al régimen.

Era o es algo impensable, que después de tanto autócratas, caudillos y caudillitos, de padres y padrecitos de la patria, de jefes máximos y después de algunas juntas militares y otras juntas casadas con civiles entusiastas que se bajaron los pantalones frente a los vestidos de verde, volvamos a repetir la historia, solo que esta vez está siendo escrita como farsa.

A lo mejor Maduro se convierta en personaje de un género que desahuciado por la caída de tanto dictador, vuelva a renacer y tengamos de nuevo, ahora sí, con acento netamente venezolano, nuestra Fiesta del Chivo, El otoño del patriarca, Yo el Supremo, El discurso del método, nuestro Tirano Banderas y hasta El Gran Burundú Burunda ha muerto, porque hablemos claro, todos los dictadores son iguales. Y si algo nos mata de vergüenza es que después de tanto siglo XX y XXI, después de tanta modernidad y postmodernidad, carajo, el país le ha quedado a los más brutos.

Pero seamos más o menos exactos. Maduro es la condensación de un pequeño grupo que nos gobierna, todos demenciales, por ejemplo, uno escucha a Diosdado Cabello decir: “Le vamos a dar tun tun a la oposición”. O a Jorge Rodríguez hablar en un programa que pretende ser de análisis psicológico hablar de “mierda” y repetirla durante una hora de programa o a Padrino López con cara de arrecho, y uno dice: “Caramba, Chávez, deberías volver a hacerte pajarito y háblale a tu gente que se volvió loca”, bueno, y Maduro que es cosa aparte porque no solo nos ofrece una fi gura demencial sino también infantiloide, basta verlo bailar y cantar mientras las calles se llenan de gente pidiéndole que se vaya al carajo.

Pero Maduro se tambalea, aún no se cae, pero se tambalea. La posición de la Fiscal Luisa Ortega Díaz es una señal inicial de la fractura del “Bloque en el poder” que había articulado Chávez desde 2002 con la participación como fracción codominante de los cubanos, del grupo familiar del Presidente y de amigos y socios que conformaron una nueva oligarquía.

Con la muerte de Chávez, ese bloque en el poder sufrió algunas modificaciones, no porque fueron excluidas las fracciones anteriores del bloque, sino porque se han consolidado otras y que han entrado para disputarle la hegemonía a las otras, se trata de un sector lumpen cuya actividad fundamental es el narcotráfico, según el excelente artículo de Moisés Naim publicado recientemente donde hace una descripción más o menos exacta de ese bloque que gobierna al país.

No es un bloque monolítico, las fisuras existen y los desplazamientos se van a producir, de hecho el más importante ya ha ocurrido ha sido desplazado Maduro y la hegemonía la ejerce hoy el jefe del ejercito. Pero este (el Ejército) tampoco es monolítico, en el existen fracturas y esas pueden ser decisivas y más devastadoras que la que ha producido la posición de la Fiscal.

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