El diario plural del Zulia

Llegué a 80

Para todos los que están pensando ¡Caramba, qué bien conservado está para ser un octogenario! Aclaro, fue a  80kg que llegué no a 80 años. Por cierto, dada la crítica situación que se vive en Venezuela, en todos los órdenes, será misión imposible alcanzar la edad a que llegaron mis padres: ambos murieron nonagenarios. Como a ustedes les consta, muy pocas veces escribo sobre temas que me involucren personalmente, sin embargo, en algunos momentos es bueno reencontrarse con uno mismo y rescatar el aspecto humano, a ese propósito responde este artículo.

Ante todo debo aclarar, que el bajar de peso no fue un simple capricho o un deseo estético, por el contrario, respondió a prescripciones médicas, debido a problemas de columna. Desde finales del 2016 mi estado de salud no era muy bueno, que hasta  a punto de recalar en una silla de ruedas, estuve. Los dolores eran muy intensos, casi no podía sostenerme en pie, ni por espacios relativamente cortos, aun menos caminar largas distancias. Mis rodillas y piernas parecían unos jamones y a causa de la debilidad muscular, para bajar o subir al carro debía hacerlo apoyado con soportes.

Pasé la época de las marchas del 2017 prácticamente en cama, añorando acompañar las luchas por el rescate de la democracia. En estas condiciones llegué a presencia del Dr. Yoná Bendahan, prestigioso traumatólogo,  quien me aseguró que mi problema era lumbar, mientras que yo pensaba que era cadera. Medicinas y terapia bajo prescripción médica han sido mis acompañantes durante los dos últimos años. También me dijo Bendahan: tu principal problema es el sobrepeso.  Si logras reducir tu masa corporal, casi todas tus dolencias desaparecerán

Se dice fácil pero bajar de peso es difícil, primero debes superar resabios alimenticios, después poner a prueba tu fuerza de voluntad y en estos tiempos, preparar la cartera porque el golpe que viene es duro. Recuerdo que cuando cumplí mi periodo al frente de la presidencia de Fedecámaras pesaba 120 kilos y los dolores se habían hecho casi insoportables. Pero dentro de lo tristeza también se dan situaciones jocosas, como la anécdota del médico chino que me practicaba  acupuntura,  él me decía: “No, pala que va a bajal de peso, uted lo que debe hacel es comel mucha alepa con chulaco y bebel batante guiqui”.

La acupuntura me aliviaba temporalmente pero a los 5 o 6 días los dolores recrudecían. En busca de nuevas opiniones llegue donde Bendahan quien me auscultó muy profesionalmente y recomendó los exámenes de rigor. Por problemas con el seguro para los exámenes y las sesiones de terapia, me sorprendió el año 2018 todavía con un peso de 102 kilos. Allí me hice una firme promesa: voy a rebajar por lo menos 1 kg. por mes.  De acuerdo a ese propósito en diciembre 2018 debía estar pesando 90 kg. Fue allí cuando una amiga me recomendó a una magnifica profesional en nutrición, Adriana Aponte, quien con paciencia y dotes de gente me ha ayudado a rebajar 22 kg en 10 meses. En este mismo proceso mi nivel de grasa corporal disminuyó de 24 a 12,5%

Después de los consejos profesionales para la alimentación, venía la etapa más dura: La constancia para cumplir con una dieta hipocalórica de 1200 calorías/día y quizás lo más difícil no era consumirla, sino prepararla. Especial mención en este renglón debo hacer de una persona: Ángel Jaspe. Buen subalterno y mejor amigo, quien con paciencia y calma me ha ayudado en la preparación de la mayoría de los alimentos, casi todos a base de vegetales.

Faltaba la otra pata de la mesa: entrenamiento físico. Allí conseguí otro buen amigo: Andry Marcano. Este amigo, tiene un magnifico don de persuasión que me ha hecho dar más del 100% de mi capacidad física, ante cada ejercicio. Con el clásico “vamos” me animaba para que no flaqueara y se convirtió en un chinche con el ritornelo: tienes que hacer cardiovasculares y cuidado con perder musculo porque vas a quedar “pellejudo”. 2 horas de entrenamiento diarias: 1 hora de cardiovasculares y 1 hora en maquinas o pesas.  Este proceso me ha permitido, no solo perder grasa, sino también incrementar masa muscular.

Este viacrucis me ha enseñado cosas nuevas, he aprendido a comer; he memorizado la forma de contar las calorías ingeridas y gastadas: para bajar un kilo de grasa, debo ingerir 7 mil calorías menos de las que he gastado, en un mismo lapso. He podido internalizar que la alimentación representa el 80% en una dieta de reducción de peso y que el ejercicio por muy fuerte que sea, solo representa el 20%, es decir, se puede bajar de peso solo controlando el diente. También pude despejar uno de los grandes mitos de la pérdida de peso, que dice: la grasa se pierde por el sudor y a consecuencia de ello, las personas parecen hallaquitas prensadas por todos lados. Lo cierto es que las calorías y con ellas la grasa se pierde es a través de la respiración, principalmente.

Como dicen en algún juego ¡Me planto! Bajé 40kg y considero que ya está bien, ahora me sale analizar un poco los logros asociados con este hito: por fin puedo dormir 8 horas ininterrumpidamente; logré controlar los dolores lumbares; subo y bajo escaleras sin apoyo; sentarme y levantarme dejaron de ser un calvario; permanezco de pie por largo rato sin molestias y casi puedo caminar largas distancias, normalmente. Tengo claro que las hernias siguen estando allí y debo consentirlas pero mi calidad de vida se ha exponenciado. Ahora tengo por delante una tarea aun más dura: nunca más subir de peso.  Porque como dice el dicho: lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Confío en que Dios me siga dando fuerza de voluntad y que los amigos me sigan acompañando para cumplir también esta meta.

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