El diario plural del Zulia

La ignorancia política, por Manuel Ocando

En el mundo moderno no puede hablarse de democracia sin cultura política. Los países más desarrollados del planeta tienen altos niveles de cultura política. La ignorancia política por su lado lleva al subdesarrollo, pobreza, desigualdad, exclusión e inequidad social. De tal manera, que todo cambio social debe estar fundado en la cultura política. Por supuesto no puede existir democracia real sin ella.

Emma Goldman decía que el elemento más violento en la sociedad es la ignorancia. Y yo diría que la ignorancia política o a la falta de formación política es el elemento más peligroso que pueda tener un país.

Pero, ¿es la ignorancia política responsabilidad del individuo o, por el contrario, no será acaso esta promovida por aquellos que han detentado el poder históricamente, quienes ven como una amenaza a sus privilegios la formación política de los electores? En realidad, en mi opinión, ambos tienen su cuota.

Muchas veces, cuando la gente asume una posición política, la mayor parte del tiempo lo hace más llevados por las apariencias, sin una seria y prudente reflexión; no tienen en cuenta su entorno, sus intereses, ni mucho menos evalúa los efectos que pueden tener sobre su futuro las decisiones tomadas. Por eso, no es raro ver personas de estratos bajos, amas de casa, obreros, sindicalistas, estudiantes universitarios, docentes, profesionales, entre otros, apoyando dirigentes y líderes políticos que han auspiciado una pícara y maliciosa ideología que, poco a poco fue minando nuestra sólida democracia.

Estos típicos políticos son los que se benefician del analfabetismo político. Para ellos, entre más ignorante sea el pueblo, más fácil se hace su manipulación: se le enmaraña con simulados y falsos argumentos que encuentran resonancia mediática y para captar sus simpatías, explotan sentimientos y pasiones patrioteros difíciles de resistir por parte de un cerebro vulnerable y asequible. Los ignorantes políticos son los más vulnerables a la mentira, la decepción y a la desinformación. Tan efectivas son sus estrategias que cuando algunos se atreven a controvertir sus argucias son tildados de antipatriotas, condenando y maltratando aquellos a quienes intentan abrirles los ojos.

De modo que, el analfabetismo político también es inducido y las estrategias para ello son absolutamente efectivas y poderosas. En esa tarea juega un papel determinante nuestro sistema educativo en todos sus niveles; en la escuela no se enseña a los jóvenes a pensar, ni a tener una actitud crítica frente a su realidad. Aparentemente, la universidad es el espacio para el debate, pero en muchas ni siquiera se promueve. Pareciera que el único interés fuera producir sumisos en masa para el mercado laboral, sin una posición política definida.

Ya el Libertador lo dijo en Angostura: “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia”

La necesidad de adoptar de una apropiada cultura política nos invita a reflexionar sobre el papel que debemos jugar los ciudadanos del mundo frente a los cambios sociales que requieren los países más pobres del planeta. En el caso de América Latina, en especial Venezuela, no hay duda que la variable educación de la población, como elemento fundamental de la cultura política, es indicativo no solo de una falta de cultura política sino de altos niveles de ignorancia política.

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