El diario plural del Zulia

La crisis y la oportunidad del cambio político, por Manuel Ocando

Venezuela está sufriendo los embates de la crisis más severa que la nación haya padecido durante toda su historia como república. Es una crisis política, económica, cultural, psicológica y también social, que ha empezado a romper y destruir el propio tejido social; lo cual se ha convertido en una situación catastrófica y considerablemente devastadora.

Es innegable que el Gobierno del presidente Maduro no está en la disposición política, moral e intelectual de tomar el conjunto de medidas obligatorias para afrontar esta amenazante circunstancias; la cual indudablemente, ha sido originada por su incompetencia, su ceguera ideológica, el extravío y la confusión ideológica, y también por la permisiva extensión de la corrupción a lo largo de su gobierno y la negación de la realidad actual.

De acuerdo a los pronósticos del Fondo Monetario Internacional, la in ación venezolana tocará 2.000 % en 2017, además se contraerá la actividad económica en 4,5 puntos y el desempleo estará en 20 %. Pero el panorama nanciero también estará signado por un presupuesto de gasto anual desconocido y la incertidumbre en el alza en los precios del petróleo.

Esta situación conducirá lo que los analistas han denominado como un agravamiento mayor de la crisis económica y una insuficiencia fiscal para el mantenimiento del Gobierno. El entorno así planteado podría ocasionar una consecuencia social que se traduciría en mayores niveles de conflictividad, protesta, y malestar social.

Como resultado de esta situación, obviamente es necesario que los actores sociales, tales como los partidos políticos y la sociedad civil, tengan la responsabilidad de proponer vías y opciones que tiendan a plantear las soluciones políticas y socioeconómico imprescindibles para llevar adelante una lucha sin cuartel contra la crisis. Y, desde allí, conducir la sociedad y en especial la economía, por el camino del desarrollo y la prosperidad, ecuánime y e ciente, construyendo una Venezuela productiva incorruptible.

Puesto que, el gobierno de turno quiere insistir y persistir en la estrategia errada, encubierta bajo el discernimiento de la vía socialista del siglo XXI, para el desarrollo, se impone estudiar y considerar cuáles son las vías alternativas más adecuadas para producir, en un lapso razonable, un cambio en la conducción del estado que abra el espacio para un nuevo gobierno democrático y participativo. Por supuesto, que estas vías han de ser constitucionales, pacíficas, democráticas y avalada y respaldada con transparencia por la libre y soberana voluntad del pueblo.

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