El diario plural del Zulia

Julio Borges, el inefable, por Hugo Cabezas

Julio Borges es indecible. Las cosas que hace nos recuerda sus tiempos en que “se las tiraba de farandulero”. Pretendía competir con Cristina y el “Gordo” Francisco, por cual programa era más “cursi”.

Esa “cursilería”, no la ha superado. Ahora quiere ser, o por lo menos parecer, un personaje salido de una telenovela de Delia Fiallo. Su conducta no puede explicarse con palabras, por tanto, no puede narrarse ni expresarse.

Audaz sí es. De ello no hay duda. No aguató dos pedidas para saltar del drama televisivo, con su programa Justicia para todos, a la política. No tuvo que hacer mucho esfuerzo, ni siquiera lo pensó dos veces. Primero Justicia fue el nombre que le puso, a su nueva franquicia. La situación le era favorable. Ante la crisis del liderazgo político de la cuarta república, las recomendaciones que le hiciera Marcel Granier, las agarró en el aire. Para la política me voy, le dijo, lleno de alegría. Le estaba yendo bien. Pero se le atravesó Enrique Capriles Radonski, y le arrebato el reino justiciero.

Cuando muchos creían que Julio Borges iba camino del sepulcro, por esas cosas heredadas de la vieja praxis política cuarta republicana, resucitó. Por acuerdo cupular entre los países de la MUD, lo designaron Presidente de la Asamblea Nacional. Se comprobaba así que en política, como se dice cotidianamente, no hay muertos insepultos, hasta que no están bajo tierra.

La última prueba de su indecibilidad nos la dio con su viaje a Australia. Allí sí fue verdad que la puso completa. Ante la Latin American Downunder Conference, reunida el 15 de mayo pasado, les dijo a los miembros de dicho organismo que: “Cualquier empresa o entidad que firme algún acuerdo con el Gobierno de Venezuela (…) estaría financiando una dictadura y a una élite política corrupta y que esos contratos serían legalmente inválidos y moralmente condenables, porque sustentaría una autocracia que ya está en la mira del mundo por sus violaciones flagrantes de los derechos humanos y la Constitución”.

Que inmenso caradurismo. A lo cual agregó: “También quisiera informarles que esta situación debe cambiar pronto y que una vez que la democracia haya sido restaurada en nuestro país, nuestras puertas estarán abiertas para recibir las inversiones, con la debida seguridad jurídica, que el país necesitará para emprender el camino del progreso y desarrollo”.

Mayor cinismo imposible.

Julio Borges pretende construir su verdad a partir de la negación de otras verdades. Su verdad, cree, es la verdad verdadera. De allí su cálculo político, sustentado en juicios de valores incoherentes, sin contenido conceptual. No logra encontrar una armoniosa sincronía entre lo que afirma y niega a la vez.

Sus argumentos los sustenta en afirmaciones contradictorias. Afirma que en Venezuela no existe separación de poderes, pero cita, como hecho demostrativo de su afirmación a la Fiscal General, que es uno de los poderes del Estado venezolano.

No hay duda, Julio Borges, es un ser inefable.

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