El diario plural del Zulia

Indignación nacional, por Julio Portillo

Venezuela arde indignada ante la masacre de El Junquito. Jóvenes, acertados o equivocados en el modo, pero llenos de idealismo se rebelaron contra la dictadura que maltrata al pueblo venezolano.

Lo mismo que en los inicios de los siglos XIX y XX, con los universitarios y seminaristas caraqueños a cuyo frente estaba José Félix Ribas en La Victoria, o como ocurrió con el inolvidable Eutimio Ribas a comienzos del siglo XX, asesinado por la dictadura de Gómez, ocurre en estos días que inician al siglo XXI con Oscar Pérez y sus compañeros, ajusticiados impunemente por un Gobierno cada vez más ilegal e ilegítimo.

Este crimen retumbó en los cinco continentes, recuerda de modo especial en Cuba, República Dominicana, Panamá y China sucesos similares. En 1957 en La Habana fue asesinado por la dictadura de Batista, el líder estudiantil José Antonio Echeverría; en 1957 fueron aniquilados los jóvenes dominicanos del Movimiento 14 de Junio que intentaron derrocar la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo y en ese mismo país ese déspota asesinó también a Patria, Minerva y María Teresa, mejor conocidas como las Hermanas Mirabal, opuestas a esa dictadura. Recuerda este aniquilamiento de la dictadura de Nicolás Maduro, lo ocurrido en Panamá un enero de 1964, cuando fueron masacrados jóvenes por el solo hecho de enarbolar su bandera en el Canal; y así mismo es imposible olvidar la matanza de jóvenes en la Plaza de Tiananmen en China, que pedían libertad.

Solo la inopia de un Gobierno empeñado en ocultar el grave trance de la salud nacional, su terquedad de matar a los adversarios, explica esta orgía sangrienta ocurrida el 15 de enero. Se trata de una crueldad erigida en voluntad política de un Gobierno autoritario. Y qué equivocado está el dictador y sus secuaces si cree que con esa acción acabó con la resistencia a su régimen. Ha querido con las explicaciones del ministro Reverol interponer un muro de odio y maldad entre ellos y el pueblo venezolano. Olvida que quien asesina en nombre de la autoridad es un asesino. Nadie puede privilegiar el crimen y la utilización de gatillos alegres, sean militares o colectivos para cometer homicidios.

Oscar Pérez era un enamorado de su patria que quiso adelantarnos la primavera que esperamos para recuperar en todos los sentidos el honor y el progreso nacional. La imagen de su rostro ensangrentado o las fotos con sus hijos, sus ojos verdes como “el trigo verde o el verde, verde limón” han copado las redes sociales. Oscar Pérez vivirá siempre en el alma popular, desafió la tiranía, su arrojo le valdrá que en el futuro las escuelas lleven su nombre.

Neruda le hubiera escrito en poesía, “no eres hierba quemada, no podrá la mano más torpe en su agonía, quebrar la preparación que nos diste para el amanecer y la victoria. Tu pueblo parecía mudo, no miraba tu muerte, no oía, pero ve si hay alguno que no sepa tu nombre”. Y nuestro Andrés Eloy Blanco hubiera dicho “detrás de tu sangre está el ocaso de los bárbaros”.

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