El diario plural del Zulia

Independencia y demografía, por Ángel Lombardi

En el debate bizantino entre los partidarios de los héroes como los protagonistas de la historia, enfrentados a los que abogan por la fuerza determinante del pueblo y los colectivos; he llegado a la conclusión que ambos tienen una parte de la verdad, aunque sea un problema complejo, reducido a un maniqueísmo superficial. El líder necesita de la gente para concretar sus metas; y los ciudadanos de los líderes para que les orienten hacia donde conducirse. En realidad la historia es un completo caos; y todas nuestras construcciones teóricas un artificio pomposo para darle rigor a unos conceptos y categorías académicos tan volubles cuya vigencia dependerá de las modas del momento.

El marxismo de Marta Harnecker (1937) es hoy indigerible; aunque unos años atrás se llevaba en los pasillos universitarios a cuesta como sí se tratara de la Biblia o el Corán. Ni que decir de la Guerra de Guerrillas (1960) de Ernesto “Che” Guevara (1928-1967) o el Libro Verde (1975/1981) de Gada (1942-2011). La llamada “izquierda” universitaria venezolana debería empezar a compartir las culpas que siempre les han atribuido a los empresarios, capitalistas e imperialistas en eso de denunciar la injusticia que se vive en la realidad.

Si me tocara elegir, me quedo con la aristocracia, aunque suene a chocante (Nietzsche, 1844-1900). Intuyo que son casi siempre un reducido número de personas, las elites, las que mandan en la historia con la más mínima racionalidad posible alrededor de una principal motivación: la defensa de sus intereses. Qué sus previsiones se las lleve el viento y los huracanes, ya eso es otra cosa. Nuestra Independencia Nacional (1810-1823) fue llevada a cabo por el sector mantuano, el más rico e influyente. Una minoría que siempre despreció a las mayorías a las que aprisionaba. Por no comprender a cabalidad esta lógica de la dominación, en unas nuevas circunstancias, fueron barridos por una mayoría popular sin líderes ni proyectos políticos que les representara. Por eso la independencia nuestra terminó siendo una gran frustración para todos sus actores, tanto los que ganaron como los que perdieron. “Los vivientes han desaparecido: las obras de los hombres, las casas de Dios y hasta los campos han sentido el estrago formidable de la naturaleza”. La cita es de Simón Bolívar (1783-1830) y no se re ere al terremoto de 1812, sino a la “Revolución” como tal.

Veamos cómo el “número” también cuenta a través de unos datos que hablan por sí solos tomados de John Lynch (1927) para 1810. Españoles peninsulares: 1.500 (0.18 %); mantuanos, la elite criolla: 4.000 (0.31 %) canarios recién llegados: 10.000 (1.25 %); canarios pobres o criollos: 190.000 (23.75 %); pardos: 400.000; 100.0000 indios y 80.000 esclavos negros aproximadamente que completaban el (75 %). La aristocracia criolla fueron solo 658 familias, las que terminan haciendo la Independencia sin reparar en los “hábitos dolorosos” y las “semillas de odios” instalados en los sectores invisibles de la sociedad colonial: las inmensas mayorías discriminadas y explotadas debido básicamente al color, el rango y el privilegio. Nuestra independencia fue conservadora en sus orígenes y el rencor social la dinámica de una destrucción sin parangón en toda la historia de la América Latina. Y todavía hay algunos historiadores y políticos que hablan de la Independencia como la gran conquista de la “igualdad” para todos los venezolanos hasta el día de hoy.

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