El diario plural del Zulia

¡Héroes!, por Antonio Pérez Esclarín

“La sangre de los mártires es semilla de nuevos libertadores”. La frase está copiada de Tertuliano, que en el año 197 de nuestra era escribió: “La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”. Las feroces persecuciones contra los cristianos de los emperadores romanos solo lograron que muchos se convirtieran al cristianismo al palpar el heroísmo de los que se dejaban matar por su fe. Algo semejante está pasando con el martirio de tantos jóvenes que están regando las calles de Venezuela con su sangre con la esperanza de que ella hará germinar la libertad. ¿Cómo permanecer indiferentes ante tanto heroísmo, sacrificio y generosidad? Si Jesús dijo que “Nadie tiene más amor que el que da la vida por los hermanos”, es evidente que nadie ama más la República que todas esas personas, en su mayoría jóvenes, que se juegan todos los días la vida y están dispuestos a darla para que, sobre Venezuela, florezca la libertad.

El año 1814 fue extremadamente difícil para la República. Boves y sus lanceros avanzaban sembrando dolor y destrucción con sus banderas de muerte. Herido Boves en la batalla de La Puerta, ordenó a su segundo, Francisco Tomás Morales, que tomara La Victoria, para aislar a Bolívar que estaba en Valencia e impedir que acudiera a defender Caracas. José Félix Ribas salió a defender La Victoria, y como escaseaban los soldados, tuvo que improvisar un batallón de estudiantes de la Universidad Real y del Seminario Santa Rosa de Lima. Algunos solo tenían 12 años, pero un coraje y un valor invencibles, como muchos de esos jóvenes estudiantes, algunos menores de edad, que hoy están luchando por Venezuela. Como escaseaban los uniformes, algunos de ellos combatieron con sus sotanas, como lo hacen hoy muchos de los jóvenes con sus improvisados escudos con los que enfrentan los gases, las ballenas, los perdigones, las metras y las balas. Resistieron heroicamente nueve asaltos de las fuerzas de Morales. Nuestros jóvenes llevan resistiendo casi ochenta días. Y no se rinden porque saben que la República, como en 1814, está en peligro.

No termino de entender cómo el Gobierno sigue sordo a los clamores de un pueblo, que se ha volcado masivamente a las calles a pedir que se cumpla la Constitución. La marcha de la sal, emprendida por Gandhi, logró reunir a unas 60.000 personas que marcharon desde Karachi a Bombay. El ejército de la imperial Inglaterra se negó a disparar contra esa y otras marchas pacíficas y así la India logró su libertad. En la marcha sobre Washington emprendida por Martin Luther King para acabar con la segregación racial en Estados Unidos participaron unas 250 mil personas. ¿Por qué las masivas y prácticamente cotidianas marchas en Venezuela no logran ablandar el corazón de los que nos gobiernan? ¿Cómo es posible que sigan hablando en nombre del pueblo, cuando tratan de imponer a lo bravo una Constituyente que rechaza la inmensa mayoría del pueblo? ¿Cómo es posible que contra todas las evidencias, sigan repitiendo que la Constituyente es el único camino para la paz cuando solo ha traído desesperación y violencia?

En 1926 Diego Rivera pintó un fresco en la pared de la Universidad de Chapingo, México, titulado “La sangre de los mártires revolucionarios fertilizando la tierra”. Es lo que están logrando nuestros jóvenes, revolucionarios de la libertad.

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