El diario plural del Zulia

¡Hambre!, por Antonio Pérez Esclarín

Nunca imaginé que la palabra ‘hambre’ llegara algún día a describir la realidad de Venezuela. Cuando uno oía hablar de hambre pensaba en algunos países africanos o, tal vez, en Haití o Bolivia que se consideraban los más pobres de América Latina. Antes, en Venezuela, si bien es cierto que había pobreza, el hambre era algo excepcional, por mucho que Diosdado se empeñe en ocultar la realidad y repita con un cinismo intolerable que “Hambre, verdadera hambre es lo que había en la Cuarta República”.

Pero sí, hoy abunda el hambre en Venezuela, y se traduce en las cada vez más numerosas personas que se rebuscan en los containers de basura, en las larguísimas e insoportables colas, en los cada vez más numerosos saqueos a camiones y mercados, en el desespero de numerosas madres que lloran impotentes porque no tienen nada que darles de comer a sus hijos, en las caritas tristes de esos niños que en la escuela esperan que les repartan aunque sólo sea unos pocos granos de arroz y caraotas. Cada día me llegan más y más noticias de niños que se marean en los salones por el hambre, que confiesan a sus maestras que en la casa sólo comen una o dos veces y que no soportan los largos fines de semana (aumentados hasta hace poco a tres días por el supuesto ahorro energético) pues en la casa tienen muy poco o nada que comer. ¿Han pensado las autoridades en qué va a pasar con esos niños en las largas vacaciones que están ya muy cercanas? ¿Cómo serán los venezolanos adultos de mañana si a los niños hoy se les priva de leche y la sustituyen por agua de avena o papelón?

La escasez, la inflación y los altísimos precios sin control están alejando de cada vez más hogares venezolanos la carne, la leche, el pollo, el pescado, el jamón, la mortadela… Algunos dietistas se empeñan en convencernos de que sustituyamos esos productos por granos, verduras, frutas y hortalizas. Pero ¿son conscientes de sus precios? ¿Cómo es posible que con el billete más grande de Venezuela, el de cien bolívares, no se puede comprar ni un plátano, ni un tomate, ni una papa y que con la cesta ticket sólo se puede adquirir tres kilos de carne o un par de pollos para todo un mes? ¿Qué revolución es esta que ha convertido al país más rico de Latinoamérica en el más miserable y que nos está matando de hambre?

Ahora nos dicen que con los CLAP se va a resolver el problema de la escasez. En el edificio donde yo vivo, sólo han repartido una única vez una bolsa con dos harinas, dos pastas y dos kilos de arroz, después que la comunidad estuvo esperando el camión desde la mañanita hasta las seis de la tarde. Cuando la gente empezó a gritar “Queremos leche, queremos leche”, los que repartían las bolsas, sólo acertaron a decir con unas risas muy nerviosas que “las vacas se habían negado a dar leche”.

Nunca entendí que el chavismo quisiera convertir el caracazo en una rebelión heroica del pueblo contra la burguesía. ¿Y cómo están leyendo los continuos saqueos de estos días que ya están también ocasionando un número signi cativo de muertes? Si fueran coherentes, deberían decretar el 14 de junio día de la rebelión popular en el Estado Sucre.

 

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