El diario plural del Zulia

Fe y Alegría Radio, por Rubia Luzardo

Los institutos Radiofónicos de Fe y Alegría (IRFAs) en América y Venezuela constituyen parte de su identidad colectiva, particularmente en nuestra tierra zuliana así lo percibe su gentilicio. Desde su labor radiofónica y educativa ha venido marcando la vida de los venezolanos más desposeídos, no comprenderlo es no saber lo que quiere la gente del pueblo.

La labor radial de Fe y Alegría, nos muestra un modelo de medio comunicacional comunitario al servicio del que no tiene voz ni poder, en nuestras fronteras ha sido la escuela de muchos jóvenes comunicadores que han crecido profesionalmente a través de sus programas con ética y espíritu participativo en el desarrollo social y cultural.

Por dar un ejemplo, la programación intercultural y bilingüe en la subregión Guajira y Perijanera, comporta el mayor de sus desafíos en lo atinente al cumplimiento de los derechos culturales de los pueblos indígenas establecidos en el ordenamiento jurídico venezolano, y muchas veces olvidados por el propio Estado, precisamente este medio radial así lo ha asumido, poniendo en práctica el uso de la lengua nativa como un elemento necesario en la transmisión cultural de los saberes tradicionales.

La popularidad de nuestra radio Fe y Alegría es indiscutible, la misma cuenta con una gran aceptación en las comunidades, incluso en muchos casos se ha constituido en una parte esencial de sus radioescuchas como medio para palabrear sobre los problemas sociales, apoyar los movimientos vecinales y comunales, reclamar los derechos y fortalecer la ciudadanía.

Lamentablemente, la política comunicacional impulsada por el Gobierno nacional a través de Conatel, está siendo repetitiva en los desaciertos de la improvisación de sus decisiones al intentar el pasado martes interrumpir las transmisiones de nuestra radio Fe y Alegría Maracaibo 88.1, decisión que afortunadamente se revirtió el mismo día.

Toda nuestra solidaridad con el Instituto Radiofónico Fe y Alegría, afectar una emisora es un duro golpe a toda la organización y, fundamentalmente al usuario que se sirve cada día con la programación e información que recibe por parte de estas. Sirva esta experiencia para hacer comprender a este Gobierno y a cualquier gestión venidera que la comunicación es un derecho ciudadano y un deber de Estado protegerla.

Estamos seguros que la mayoría de venezolanos, rechaza el cierre de cualquier medio comunicacional, particularmente en el caso de Fe y Alegría el sentimiento del sector popular se resquebrajó porque le quitaron su medio de voz más importante. Ahora más que nunca nuestro país necesita democratizar la comunicación en el marco de los Derechos Humanos fundamentales vulnerados por el Estado.

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