El diario plural del Zulia

Estén preparados… por Jaime Kelly MSC

“Tengan puesta la ropa de trabajo y sus lámparas encendidas” (Lc 12,35). Este versículo dentro de las sagradas escrituras; así como la parábola de los talentos y de las diez jóvenes, entre otros, nos advierte que debemos esperar al Señor, haciendo el trabajo que nos ha sido encomendado, pues nadie sabe el día ni la hora en la que el Señor se presente ante nosotros como Justo Juez, y hemos de rendirle cuentas de lo que se nos ha sido encomendado en el ambiente, en el entorno en que vivimos, bien sea que nos ubiquemos en el seno de nuestra familia o en la sociedad del país al que pertenecemos, y en el cual vivimos y desarrollamos un papel, con una misión específica que debemos cumplir.

Hermanos, somos administradores de la vida que Dios nos ha dado y en la cual se nos han confiado grandes bienes: esposa o esposo, hijos, padres, amigos, compañeros, vecinos y trabajos o responsabilidades que realizar o asumir, y nos enseña la palabra en labios de Jesús: “Afortunado ese servidor, si al llegar su Señor lo encuentra cumpliendo su deber. En verdad les digo que le encomendarán el cuidado de todo lo que tiene” (Lc. 12,43-44).

Si somos fieles en la misión que se nos ha sido confiada en esta vida, disfrutaremos de los bienes de la vida eterna, es decir, de las promesas celestiales que nunca acaban y se traducen en felicidad plena. Si fallamos, seremos arrojados junto a aquellos de quien no se puede.

Hermanos, dice la Palabra de Dios, además: “Al que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho”; y cuánto más se le haya confiado, tanto más se le pedirá cuentas” (Lc.12, 48b). A nosotros hermanos, se nos ha dado mucho: Mucho hemos recibido de las enseñanzas de Jesús a través de las Sagradas Escrituras, que están al alcance de todos, las enseñanzas de nuestra Madre la Iglesia, resaltando siempre los mandamientos del Amor de Dios, y la vivencia y participación de los sacramentos y la oración continua como diálogo de amor con Dios que nos abre a su Gracia; también recibimos de nuestros sacerdotes, que como yo, pastoreamos el rebaño encomendado, y de tantos hermanos Laicos que en estudio, entrega y servicio ayudan en la construcción del Reino de Dios.

Muchas son las herramientas que se nos dan, mucho se nos ha dado para que aprendamos a vivir y a asumir nuestra responsabilidad y misión en la vida con nuestra propia relación con Dios y con quienes nos rodean.

Estar preparados, es asumir nuestro rol de cristianos para vivir a plenitud la vida familiar y social que construye y favorece la vida en común. Con la ropa puesta, listos para el trabajo, con las lámparas encendidas, iluminando nuestra vida y señalando a Jesús como nuestra Luz. Dios nos Bendiga y nos dé la Gracia de cumplir fielmente Su Voluntad. Amén.

 

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