El diario plural del Zulia

Espacios académicos a cielo abierto, por Jesús Salom Crespo

Si hay algo que “mata” la acción de Gobierno es una planificación de ciente. La falta de una planificación integral que sea ampliamente discutida y aclarada para despejar dudas e incógnitas. Si se logra superar este primer obstáculo y se hacen los cambios necesarios a medida que en su aplicación se encuentren problemas, especialmente los considerados medulares, se verá la efectividad del instrumento. No obstante, en el país la planifiación está sustentada en bases político-ideológicas por lo que las decisiones son sesgadas.

En las políticas públicas prevalece el “dejar pasar, dejar hacer”; mientras que en el área económica se establecen controles y limites a la actividad productiva, interviniéndola para hacerla depender en grado extremo del Estado y no de la dinámica económica. Donde más se observa esta conducta es en el campo. La expropiación de predios en plena actividad productiva ha hecho que haya una especie de “rebatiña” donde gente desesperada (Comités de Tierra) guiada por sujetos “terrófagos” está acabando con los sueños y esperanzas hasta de generaciones de propietarios.

La Universidad del Zulia, que desde hace más de medio siglo trabaja en conjunto con los productores agropecuarios del Zulia y del país para hacer efectiva aquella frase “sembrar el petróleo”, hoy día es asediada por los terrófagos y sus huestes que no respetan sus bienes en plena actividad académica, pues son espacios para la investigación, la docencia y la extensión y de la que se han beneficiado miles de productores de sus áreas de influencia.

Así lo ha hecho desde 1959 cuando inició sus actividades la Facultad de Agronomía y un lustro más tarde (1965) la Facultad de Ciencias Veterinarias. Son innumerables los proyectos llevados a cabo en solitario o con la colaboración de empresas privadas y del Estado venezolano. Sin embargo, dos unidades emblemáticas de ambas facultades son sometidas al asedio de los terrófagos, la hacienda San Pedro (sector Tío Agustín, Machiques) y la granja experimental Ana María Campos (vía La Cañada). En esta última, incluso, ya habrían delimitado parcelas.

El Instituto Nacional de Tierras (INTI), subregión Perijá, se desliga de tan repudiables actos porque las razones esgrimidas por los peticionarios son falsas. LUZ tiene la titularidad de ambas unidades y están en plena actividad productiva científica y tecnológica. Al INTI se entregó la cadena documental. Desde esta columna exijo respeto para LUZ y el cese de prácticas nefastas para el desarrollo agropecuario.

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