El diario plural del Zulia

El Viacrucis, por Padre Jaime Kelly MSC

Hermanos, por lo general solemos limitar la meditación y reflexión del Santo Viacrucis para los tiempos de Cuaresma y Semana Santa, por ser los tiempos que dedicamos, con mayor énfasis, nuestra atención a la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo. Hemos de cambiar nuestra mentalidad y en todo tiempo gozarnos con la devoción y meditación del Santo Viacrucis porque a través de la pasión dolorosa de Jesús, el Padre quiso reconciliarnos y darnos nueva vida.

El Viacrucis es una devoción centrada en los Misterios dolorosos de Cristo, es memoria, pero también contemplación del rostro doliente del Señor. En el Viacrucis, contemplamos el rostro del pecado, y juntamente, el rostro de la misericordia y la salvación. Contemplamos un cuerpo humillado y ensangrentado que con su sangre nos libera y protege. Contemplamos unas manos y unos pies clavados a la cruz, para enseñarnos a todos la medida suprema de la obediencia filial y del abandono y confianza infinita. Contemplamos unos brazos abiertos, para abrazarnos a nosotros e invitándonos a abrazar al hermano. Contemplamos una cabeza inclinada hacia la tierra para decirnos que su muerte es bendición para la humanidad y a su vez, mirando amorosamente al mundo que lo ha crucificado.

Cristo nos atrae desde la cruz, con la fuerza del amor, un amor infinito e incondicional, un amor profundo y sin medida que ha permitido que el hombre encuentre refugio entre los brazos del padre misericordioso que escucha la voz de su hijo amado diciéndole “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23,34).

El Viacrucis de Cristo continúa en el sufrimiento y el dolor de cada hombre. En el hombre que es condenado al abandono, al olvido, a la miseria. En el hombre que cae por el peso del dolor o por la debilidad que lo conduce al pecado. En el hombre que es despojado de su dignidad, de sus bienes; en el hombre que es azotado, burlado injuriado. En el hombre que muere por la violencia o el que muere porque se le niega la atención o los cuidados que amerita.

El Viacrucis es también camino de reconciliación, ayuda, y apoyo, cuando revivimos la presencia de nuestra madre la virgen María al lado de su hijo, del cirineo ayudando a cargar la cruz, de la Verónica enjugando con su manto el rostro de Cristo o de las mujeres piadosas de Jerusalén llorando por el dolor de ver sufrir a un inocente.

Amigos y hermanos, meditar el Viacrucis es también reflexionar sobre nuestra vida, nuestros problemas, dificultades, enfermedades y miedos; así como el amor y la caridad que nos rodea. Si por la dolorosa pasión y muerte de nuestro señor Jesucristo alcanzamos la salvación, la reconciliación y la vida nueva en Dios; al meditar y reflexionar hoy en día en ella, con verdadera devoción y piedad, ¡Cuánto nos concederá el padre en nombre de Jesús!

Te invito a meditar el Santo Viacrucis, orando por Venezuela, orando por nuestras familias pidiéndole a Jesús que camine por las calles de nuestra nación, de nuestras ciudades, pueblos, caseríos y que con su sangre preciosa nos limpie, nos libere, nos proteja y nos alcance la victoria en Él.

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