El diario plural del Zulia

El socialismo del siglo XXI ha muerto, por Manuel Ocando

E s una ironía que el régimen chavomadurista engreído, jactancioso, arrogante, fanfarrón y presuntuoso que se jactaba en demostrar su gran influencia sobre el pueblo venezolano queriendo siempre legitimarse mediante elecciones, hoy día busca cualquier excusa para evitarlas, con el consentimiento de la comparsa integrada por las damas de rojos del CNE, ante la convicción de recibir una merecida paliza electoral.

El socialismo del siglo XXI, representado en Venezuela por la gestión de Chávez y Maduro, una versión renovada y “democrática” de esa perversa ideología marxista-leninista fracasada y apadrinada por el malogrado régimen cubano, no pudo más y terminó en un clásico auto golpe.

El chavismo perdió la masa crítica, ese término que la sociología de ne como la cantidad mínima de personas necesarias para que un fenómeno se instituya y permita sostenerse en el tiempo. Y esta pérdida así quedó expresada tras la derrota en las elecciones parlamentarias de 2016 y la mengua del poder económico, debido a la estrepitosa caída de los precios del petróleo. El propio chavismo se encargó de crear a sus sepultureros, una masa clientelar circunstancial conformada por gente que se movía al ritmo de la recompensa material.

Actualmente el régimen perverso sólo se sostiene sembrando el miedo, la violencia y la represión, manteniendo una regresión de la política y con el apoyo del estamento militar, queriendo subyugar y oprimir por la fuerza los derechos constitucionales de los ciudadanos. Hoy sólo cuentan para sustentarse en el poder con las fuerzas militares, policiales y los colectivos violentos armados por el mismo Gobierno. Lo que queda del chavismo hoy vestido de autocracia, tiró la democracia por la ventana y el régimen ya no es más que un viejo aparato opresor al estilo estalinista, que ha sido diseñado y recomendado por sus asesores cubanos, que es lo único que hacen bien en Cuba.

Las redes sociales han mostrado el rechazo más evidente e incuestionable al chavismo, y el mundo entero ha podido observar lo difícil que es para sus dirigentes y gobernantes entrar sin escoltas a las zonas más populares otrora bastiones del chavismo.

Los masivas manifestaciones vistas en los últimos días en el país, apoyadas por los sectores más desposeídos de la población han sido muy contundentes y han expresado en la forma más categórica el repudio generalizado del colectivo popular al Gobierno, y ante la imposibilidad de hacer una movilización significativa de seguidores del Gobierno, el régimen ha optado por reprimir y bloquear las inmensas marchas convocadas exitosamente en toda Venezuela por la oposición, ocasionando una gran cantidad de heridos, muertos, saqueos y detenciones.

Los dirigentes, los herederos que dejó el comandante soltaron las ataduras éticas, fueron seducidos por la corrupción y sin pudor se entregaron a los negocios. Todo esto inscrito en una sociedad colmada de rabia y resentimiento acumulado, estafada por un Gobierno rojo, rojito que dilapido y desapareció miles de millones de dólares. Son estas, evidentemente, las razones por la cuales el socialismo venezolano del siglo XXI, chapucero y astuto, sembrador de fortunas individuales a costa del hambre y la miseria del pueblo, el de la desvergüenza y la picardía, y el que no ha parado ni un momento de disfrazarse de integridad, perfección y grandeza, ha muerto. El mismo pueblo venezolano se ha encargado de sepultarlo.

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