El diario plural del Zulia

El semillero del maestro Abreu, por Vladimir Villegas

Se ha ido el maestro José Antonio Abreu, un apasionado de la música, un soñador de los exitosos, de esos privilegiados que pueden hacer realidad sus sueños. Un venezolano que se convirtió gracias a su trabajo, a su pundonor, a su entrega, en un referente universal. Su obra más importante y relevante, el Sistema de Orquestas Simón Bolívar.

El mundo hoy valora, tanto o incluso más que los mismos venezolanos, la labor, el aporte de este hombre de hablar pausado, de inmensa sencillez, que supo hacer de la música un instrumento de transformación del ser humano, una vía para la inclusión de los más pobres y para detectar talentos ocultos en las más humildes barriadas de Caracas y en las más lejanas poblaciones del interior del país.

El maestro Abreu fue ministro de Cultura, pero nunca fue un político en el estricto sentido de la palabra. Su partido fue la música. Su ideología la partitura, y su discurso se medía en hechos, no en palabras. Esta labor titánica del maestro Abreu se inició en la llamada cuarta República, pero los beneficios de su propuesta llegaron a todos los sectores.

Abreu seguramente vio la política como el tránsito necesario para poder hacer música con libertad y con el apoyo del Estado. No importa el signo del gobierno de turno. Lo importante era, es y será que una parte del presupuesto nacional, aunque sea muy pequeña, vaya a respaldar una iniciativa destinada a sacar lo mejor de niñas, niños, adolescentes y también adultos que vieran en ella la valiosa ocasión de redimirse ante la sociedad. Y, muy importante, a asociar la música con el nombre de nuestra Venezuela, maltratada hoy por una terrible crisis, pero con una gran potencialidad, como pudo demostrarlo el maestro que se ha ido físicamente, y como lo siguen haciendo Gustavo Dudamel y esa gran cantidad de directores y demás hijos del gran sistema de orquestas nacido del esfuerzo y la constancia de ese hombre que alcanzó la inmortalidad.

Mezquino sería no reconocer que el gobierno de Hugo Chávez le dio un gran impulso a la labor del maestro José Antonio Abreu. Sencillamente era y es la labor del Estado. Y aquí es bueno precisar que cuando existe continuidad los buenos proyectos se desarrollan, toman nuevo impulso. El país necesita precisamente eso. Que las cosas buenas iniciadas por un gobierno los subsiguientes las continúen, sin cálculos sectarios, pequeños, miserables.

A propósito de la muerte del maestro Abreu han aparecido los comentarios que nunca faltan, llenos de insidia, de mala vibra, de rencor y de cuestionamientos a la labor que realizó ininterrumpidamente durante décadas . Pero por fortuna y con justicia son inmensamente predominantes las valoraciones positivas sobre su gran aporte, el Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela .

El también maestro Gustavo Dudamel, discípulo de Abreu y una figura que ha logrado hacerse de un sitio de honor entre los más grandes directores del planeta , fue certero en su mensaje con motivo del fallecimiento de este gran venezolano. "La música y el arte han perdido a una de sus más luminosas figuras. El Maestro José Antonio Abreu, como nadie en nuestros tiempos, nos enseñó que el arte es un derecho universal y que la inspiración y la belleza transforman irreversiblemente el alma de un niño, convirtiéndolo en un ser humano más pleno, más sano, más completo, más feliz,y por ende, en un mejor ciudadano".

Estoy seguro de que las miles de semillas sembradas por este gran hombre de nuestro tiempo seguirán dando frutos. El maestro Abreu es uno de esos seres humanos que le dan identidad a una nación, que la inspiran, que la animan a buscar la excelencia, a resaltar el trabajo, la disciplina y la constancia como ingredientes imprescindibles para salir adelante y llegar a la cima, por muy profundo que sea el barranco.

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