El diario plural del Zulia

El Rómulo Betancourt histórico, por León Sarcos

Rómulo Betancourt rescata el civilismo y la civilidad en el poder, que efímeramente representaron José María Vargas y Rómulo Gallegos, civiles de autentica vocación democrática, pero sin los atributos de un liderazgo político civil para imponerse al vacuo y déspota machismo militarista. Betancourt no solo sepulta el complejo Varguiano —la diletancia civil—, sino que también abre de- nitivamente los espacios públicos a la mayoría de los venezolanos y gracias a su tenacidad, pensamiento y acción establece la ciudadanía: conciencia de deberes y derechos en las sociedades responsables para hacerse con su propio destino.

Fue premonitorio, según el historiador Germán Carrera, cuando enfrentó a la juventud del MIR y a la del Partido Comunista, que se alzaron en armas contra el recién establecido gobierno democrático, para ir tras los ideales del dictador cubano Fidel Castro.

Pues, se procuraba… echar por tierra una experiencia de gobierno democrático de raíz popular y vocación de justicia social, que resultaba una alternativa válida frente al totalitarismo impuesto en Cuba … De allí la advertencia: … Mientras perviva el régimen comunista en La Habana… persistirá un riesgo inocultable para los países de la América Latina. Y un señalamiento ominoso:… Lo que está en juego es algo más de fondo; es la proliferación o no en esta parte del continente de formas de gobierno, si no idénticas, muy parecidas en su mentalidad y reacciones a lo que existe en Cuba.

El legado histórico de Rómulo Betancourt está hoy vigente, de manera particularmente significativa, en la mujer venezolana, que goza de su personalidad política, al igual que los analfabetos y mayores de 18 años. Lo está igualmente en todos lo que hemos hecho nuestra su convicción en el triunfo de la libertad y la democracia. Lo está en la mayoría del pueblo venezolano, que practica y de ende esos valores. Que ha vuelto creencia la comprensión de que la democracia no es asunto de los gobiernos sino de la sociedad, ante la cual Rómulo Betancourt se mantuvo en franca comparecencia democrática.

Y concluye este reconocido historiador venezolano con un llamado militante a quienes se sienten herederos de la democracia y sus valores, a salir en su defensa para rescatar su vigencia:

… Estimo que Rómulo Betancourt llamaría hoy a luchar por todos los medios para restablecer en su plenitud democrática la soberanía popular, base imprescindible de la República; para restablecer la soberanía nacional, degradada; para salvaguardar los intereses naturales, políticos y espirituales de los venezolanos, de hoy y de mañana; para rescatar la dignidad de los poderes públicos, degradada; para devolverle el decoro a las Fuerzas Armadas, falseado; para fortalecer los partidos políticos, acosados; para promover la vida sindical, desvirtuada; y para estimular el desarrollo crítico y creativo de la cultura nacional asediada.

Y sentencia… En pocas palabras: para terminar de echar al basurero de la historia los vestigios del despotismo contra el que los venezolanos llevamos combatiendo 200 años.

Rómulo Betancourt, su pensamiento y su acción, merecen mucho más atención, difusión y reconocimiento del que se le ha brindado en el mundo académico, partidista e institucional. Con él y su inmenso legado se ha sido injusto; más aún, ha habido mezquindad intelectual y silencio cómplice de muchos de sus seguidores y los miembros de su partido.

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