El diario plural del Zulia

El descaro de “¡Vamos Nico!”, por José Luis Zambrano 

Esta semana me escribió mi hermano vía WhatsApp, con un asombro desmesurado. Había descargado uno de esos juegos simplones y desabridos que abundan para celulares Android. Pero cuando me comentó de qué se trataba, me abrazó una impertinente conmoción de que el régimen debe de quedar exhausto, al no escatimar detalles hasta en las estupideces más detestables.

Existe un juego llamado “¡Vamos Nico!”. Esta lacónica y poco satisfactoria apk, se puede conseguir fácilmente por Play Store. La empresa que programó este bodrio desfasado se hace llamar Industria Venezolana del Píxel “Chávez en Red”, que sin presunción debieron de recibir alguna cifra inimaginable para elaborar esta basura inaudita.

Vemos en este juego al mandatario nacional, ataviado con los colores nacionales y unos gráficos de espanto, andando por las calles recogiendo votantes con un desespero irredimible, hasta llegar a un autobús que los dirige hasta el centro electoral. Esta acción se repite reiterativamente hasta acabarse el tiempo.

Lo impensable es que para poder convencer a los ciudadanos incautos, el personaje debe pasar previamente por el símbolo de la constituyente. El final se presenta todavía más enigmático. Aparece la frase de “Cadena Nacional”, mientras sale a escena la simpar Tibisay Lucena, anunciando los resultados irreversibles de los número alcanzados por el jugador y aclamando a Maduro como Presidente.

Este juego tiene el poco notable privilegio de ir contra la ley. Supuestamente está prohibido llevar votantes a los centros por parte de un gobernante. Además, tiene el mal juicio de hacerse en unas circunstancias tan tensas como desafortunadas.

Existe una apatía manifiesta para ir a sufragar este 20 de mayo. Las encuestadoras se vuelven tan inverosímiles como tramposas. Unas apuestan a un empate técnico y otras dan ganador sobrado a quien tiene los resultados ya atesorados, donde guardan sus jugarretas planificadas.

La comunidad internacional ha tenido la cabeza mejor atornillada, que muchos de los factores que se hacen llamar democráticos. Ya ha advertido con alusiones amoldadas a la realidad, que no hay libertad ni transparencia para estos comicios de locura. No prevalecen las condiciones para un sufragio real. No puede hallarse ni el más leve indicio para pensarse en un final diferente al dispuesto por los canallas del poder.

 Qué sucederá después del proceso. Es una pregunta intrigante, reiterativa y propicia. El hambre no se detendrá, ni el sembradío de desdicha y mucho menos las pobreza intencionada. Salir a votar no es mucho menos una expresión cercana a la sensatez. Sería simplemente ir a ayudarle al régimen, a manejar mejor sus cómputos y amainar el fuego de la duda al planeta.

No se cuentan con candidatos verdaderos. Tampoco con un poder electoral con la ley en su sitio. Por eso que quedarse en casa a esperar el infeliz anuncio, no es tener la conciencia en desorden ni una traición a las posibilidades. No puede encontrarse por el momento, alguna forma de enderezarnos el humor. El secreto inalterable de la fe, estriba en saber esperar el momento en que llegará la justicia a esta tierra allanada por malhechores desatados.

Quizá el próximo autobús que tomará este desatinado y repulsivo personaje, sea el que lo lleve a los tribunales internacionales, a ser juzgado como Dios manda y al recibir el castigo de los que matan de hambre a un pueblo y escamotean elecciones.

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