Editorial//"Un verdadero Diálogo, ni Vencidos ni Vencedores", por Carlos Alaimo
Ni vencedores ni vencidos
"Ha llegado el momento de curar las heridas, el momento de salvar los abismos que nos dividen (...) contraemos el compromiso de construir una sociedad en la que todos los sudafricanos, (aquí podríamos decir, todos los venezolanos), tanto negros como blancos (tanto partidarios como adversarios del Gobierno), puedan caminar con la cabeza alta, sin ningún miedo en el corazón, seguros de contar con el derecho inalienable a la dignidad humana".
Nadie lo pudo haber dicho mejor que el líder sudafricano Nelson Mandela en un momento histórico puntual, que hoy nos sirve de referencia obligada.
Y es que es la hora de un verdadero diálogo nacional. Pero diálogo no es imposición. Diálogo es concesión. Ceder posiciones para ir a encuentros que signifiquen paz, reconciliación y espacios democráticos sin que se tengan que hacer malabarismos jurídicos y secuestros de poderes públicos.
El diálogo iniciado el pasado domingo entre el Gobierno y la oposición con la facilitación de la Iglesia y la Unasur es válido, pero "dilatado y tardío" si un segundo encuentro está pautado para dentro de 11 días. El país se va cayendo de a poco y ellos alejan los encuentros que permitirían, en teoría, bajar las tensiones.
No es la hora de los intereses ni de las cúpulas. La agenda no puede olvidar los verdaderos problemas del pueblo, por lo que el diálogo jamás debe apuntar al partidismo de oficio.
Es momento de que la palabra se convierta en verbo transformador de las políticas del Estado, acuñando efectivas medidas para combatir la escasez, la inflación, la inseguridad y el hambre.
Llegó el tiempo de apostar de verdad por mayores libertades económicas que redunden en beneficio del pueblo. El Gobierno debe impulsar la sincerización de la moneda, la apertura del mercado y una reforma efectista del sistema fiscal. El Estado venezolano tiene la urgencia de revertir las expropiaciones de centenares de empresas y tierras en otrora productivas, hoy abrazadas al abandono y a la inacción oficial, para devolverlas a sus legítimos dueños.
Solo con el concurso de todos los sectores, pueden procurarse condiciones de seguridad económica y jurídica a productores, campesinos, empresarios y demás fuerzas vivas. Urge, por ejemplo, desempolvar los planes que otorgan oportunidades de acceso a bienes y servicios a la clase media y proletarizada del país.
Las garantías de vivienda, alimentación, transporte y demás servicios no pueden continuar atadas a fidelidades impositivas. Esos temas deben ventilarse en el diálogo.
Nos plegamos con todas nuestras fuerzas a un entendimiento nacional que sea frecuente, productivo, plural.
En el Gobierno, la oposición, los partidos y la sociedad civil debe prevalecer el respeto a los valores incólumes de la democracia, como la tolerancia, el pluralismo y la alternancia en el poder.
En este diálogo no podemos dividirnos entre derrotados y vencedores. Tampoco será sabio hacerlo en los tiempos electorales por venir.
La mejor muestra de que el diálogo será valedero y sincero es que el Gobierno permita a la Mesa de la Unidad Democrática realizar su marcha en Caracas el jueves 3 de noviembre sin confrontación.
La crisis del país obliga a ello. A sentarse y a ponerse de acuerdo. A nadie le va a doler la nación más que a nosotros mismos!
Carlos Alaimo
Presidente editor