El diario plural del Zulia

Diálogo y verdad, por Antonio Pérez Esclarín

Cada día es más fuerte en Venezuela el clamor por un diálogo sincero entre gobierno y oposición para enfrentar juntos, los gravísimos problemas que están sembrando miseria, violencia y muerte. Es la hora de los Políticos (con mayúscula), capaces de pensar en Venezuela y en la mayoría de los venezolanos a quienes cada día la vida se nos hace más cuesta arriba. No son tiempos ni para revanchismos, intolerancias, pero tampoco para ocultar o maquillar la terrible enfermedad que estamos padeciendo. ¿Cómo es posible que el Gobierno, ciego a la realidad y sordo a los clamores, siga empeñado en mantener unas políticas económicas que sólo han traído miseria y desesperanza?.

El diálogo supone búsqueda, disposición a cambiar, a abandonar posturas y prejuicios, a dejarse tocar por las opiniones del adversario. En palabras de Antonio Machado “Tu verdad, no; ¡la verdad! Deja la tuya y ven conmigo a buscarla!”. El diálogo implica voluntad de quererse entender, disposición a buscar y encontrar alternativas positivas para superar los problemas, respeto inquebrantable a la verdad que detesta y huye de la mentira. Desde la mentira y las medias verdades, desde la manipulación interesada de los hechos o el ocultamiento de la realidad no va a ser posible enfrentar y resolver los problemas. Lamentablemente, en política se miente mucho y con descaro.

Hoy nadie defiende en Venezuela nuestro derecho a la verdad, y uno se pregunta por qué no se escuchan en nuestra sociedad gritos de protesta contra la mentira, con la misma fuerza con que se grita contra la corrupción o la ineficiencia.

Lamentablemente, la mentira es hoy uno de los presupuestos más firmes de nuestra convivencia social. El mentir es aceptado como algo necesario tanto en el complejo mundo del quehacer político y la información social como en la pequeña comedia de nuestras relaciones personales. ¿Cómo saber la «verdad» que se oculta tras las decisiones políticas.

¿Cómo descubrir los verdaderos intereses que se encierran en las propuestas que se nos pide defender o rechazar? ¿Cómo actuar con lucidez en medio de la información deformada, parcial e interesada que consumimos? ¿Será posible llegar algún día a la verdad de los acontecimientos de estos últimos años si los miembros de la comisión de la verdad no han demostrado en el pasado imparcialidad y verdadera objetividad? ¿Habrá alguien que pueda garantizar que estamos construyendo un país más humano cuando desde los centros de poder se ¡oculta la verdad, cuando se utiliza la calumnia para destruir al adversario, cuando se obliga al pueblo sencillo a que sea protagonista de su historia desde una situación de engaño y de ignorancia? Si, según Jesús, “la verdad les hará libres”, necesitamos políticos que no toleren la mentira y el encubrimiento, digan siempre la verdad y vivan lo que proclaman.

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