El diario plural del Zulia

El día que Padrino López hirió de muerte al sufragio, por Énder Arenas Barrios

Allí esta, en la tv, acompañado por otros como él, el Ministro de la Defensa, con su traje verde cruzado por las cartucheras (¿así se llaman esas cosas llenas de balas que los revolucionarios mexicanos y otros mexicanos no tan revolucionarios usaban, especialmente, en las películas tales como La Cucaracha, Vámonos con Pancho Villa, Viva Zapata y Agáchate Maldito?).

El caso es que nadie sabe porqué pero Padrino casi siempre sale armado, con chaleco antibalas y con cara de pocos amigos para recordarnos que él es el candidato número uno a dictador, cuando el régimen se despoje de los pocos jirones de la máscara democrática que todavía le quedan, ¿que todavía le quedan?, dije, qué vainas las mías. Y es que como todas saben Padrino es militar y está en su ADN el quererse presentar como el cuatrib**** de la comarca y decirnos: ‘nosotros no hemos cambiado nada, no se crean esa pendejada del ejercito heredero de la gloria independentista. No señor, nosotros no somos herederos de Simón Bolívar y mucho menos de Juan Germán Roscio. Nosotros de quien somos herederos es de Maisanta’

Y en virtud de ello, no sorprendió a nadie cuando sentencio con cara de arrecho que invocar las elecciones era desestabilizar el gobierno y desprestigiar al presidente Maduro. En qué manual, cívico no sería, habrá leído El chafarote Padrino (en el sentido que él es un militar de muy alta graduación pero es inculto también de muy alta graduación) que las elecciones crean un clima de desestabilización y desconocimiento de las autoridades legitimas. La única lectura que podemos hacer es que Padrino ha proclamado abiertamente la dictadura.

Muchos pensarán que se la tengo jurada a Padrino, no es verdad, en realidad es contra toda intención de imponer la voluntad de dominio, que emergió con Chávez, del grupo militar y cívico que sin la menor capacidad y competencia para gobernar nos ha retrotraído a la primera década del siglo XX. Ese grupo que al ejercer el poder por el poder ha impedido el desempeño de cualquier función positiva en la sociedad.

¿Quién pude detenerlos? No lo sé. La oposición que tenemos está demasiado entretenida en el debate estéril sobre quién liderará un eventual nuevo gobierno. Me gustaría apostar, como lo hace Orwell, en las últimas páginas de 1984, que a ellos solo los puede detener la decencia común de la gran masa de gente común. Quizás está en sus manos la lección que la dirigencia opositora necesita.

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