El diario plural del Zulia

¿Cómo se escribe tu oración?, por Padre Jaime Kelly

Leyendo acerca de la vida de los santos tuve la oportunidad de conocer un poco acerca de San Bernardo de Claraval (1090-1153), nacido en Francia, fue un teólogo místico. San Bernardo era incansable en la defensa de la fe católica. Autor de célebres himnos y grandes obras que le merecieron el título de Doctor de la Iglesia.

En esta oportunidad quiero compartir con ustedes una hermosa anécdota de su vida, que me ha llamado mucho la atención y con la cual podemos reflexionar, acerca del fervor y entrega en nuestra oración.

Se cuenta que una noche San Bernardo, dentro del templo, tuvo una visión y en su relato decía: “Al comenzar la ceremonia, vi bajar del cielo una multitud de ángeles. Cada ángel se colocaba al lado de cada uno de los fieles presentes, abrían un libro y comenzaban a escribir. Me fijé que algunos ángeles escribían con letras de oro, otros con letras de plata, otros con tinta y otros con agua. Entonces Bernardo preguntó: “¿Por qué no escriben todos ustedes con el mismo material?”. Uno de los ángeles le explicó: “Escribimos con oro las oraciones hechas con Amor; con plata, las oraciones hechas con Fe; con tinta, las oraciones hechas con atención; y con agua, las oraciones hechas tan sólo con los labios”.

La pregunta para ti y para mí, es: “¿cómo rezamos nuestras oraciones?”. Porque de esa manera será cómo se escribe en el cielo nuestra oración.

En el Evangelio, Jesús nos enseña a orar y nos dice: “Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculos, les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea… Pero tú cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo… Cuando pidan a Dios no imiten a los paganos con sus letanías interminables; ellos creen que con un bombardeo de palabras harán que se les oiga. No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan” (Mt 6,5-8).

Hermanos, Dios sabe lo que necesitamos, pero Él quiere escucharlo de nuestros labios con palabras que procedan de un corazón lleno de Amor y de Fe y con mucha atención en lo que pedimos, y más aún a quién se lo pedimos.

También nos dice la Palabra: “…Pero hay que pedir con Fe, sin vacilar, porque el que vacila se parece a las olas del mar que están a merced del viento. Esa gente no puede esperar nada del Señor, son personas divididas y toda su existencia será inestable” (Santiago 1,6).

El Papa Francisco decía en una oportunidad que “la fuerza del hombre es la oración, y también la oración a del hombre humilde es la debilidad de Dios”.

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