El diario plural del Zulia

Cómo destrabar el juego, por Nicmer Evans

L os extremistas toman la escena después del fracaso de los moderados por querer hacer una negociación de espaldas a la gente. El “diálogo” como término ha caído en el desprestigio de quienes lo usaron como un papel higiénico en pleno uso, pero no por ello el concepto del diálogo y de la negociación política debe ser desechado; por el contrario, hay que darle el sentido correcto y el que requiere el país, ese “otro diálogo” transparente, que no negociará principios de sus partes pero sí negociará el restablecimiento del orden constitucional a cambio de la paz social que requiere nuestro pueblo para trabajar y salir de esta miserable crisis.

Cuando hablo de “otro diálogo” me refiero a un intercambio, no sólo entre el Gobierno y la MUD, sino entre todos los sectores que tengan algo que aportar al país en función del restablecimiento del hilo constitucional, ruptura que fue anunciada por la Fiscal Luisa Ortega Díaz, y que aún hoy persiste como columna vertebral de nuestra realidad. El país hoy no sólo se encuentra expresada en las cúpulas en conflicto, donde la MUD tiene la más grande minoría y el PSUV tiene la segunda más grande minoría, sino en muchas otras expresiones despolarizadas que en conjunto podrían ser reflejo de la verdadera mayoría si asumieran orgánicamente alguna forma de hacerse presente en este terrible conflicto que nos agobia.

El rol de los despolarizados, aquellos que comparten la necesidad de salir de la crisis que vivimos, pero no en manos de la dirigencia de la MUD o el PSUV, que no son “ni-ni” sino por el contrario, son el nicho para el nacimiento de un nuevo referente político que supere la ideologización (falsa conciencia) de los problemas que hoy nos agotan y que asumen que la salida de la crisis del país parte de la gente, de su realidad, su cotidianidad, su trabajo, su calidad de vida; es priorizar el debate de un plan de emergencia para la estabilización del país que nos permita regresar en un futuro próximo al ejercicio de la definición del modelo que el país requiere para su desarrollo.

“Otro diálogo” mediado y facilitado por venezolanos con la moral y la ética necesarias para facilitar un proceso que parta del restablecimiento del hilo constitucional, que implica el desarrollo inmediato de las elecciones pendientes pero con unas condiciones realmente democráticas, representativas y fundamentalmente participativas, donde todas las expresiones políticas puedan hacer presencia, sean la mayoría o la minoría que sean, y un cronograma electoral transparente que incluya las presidenciales, que permita la estabilización de la vida electoral y democrática del país. Serían los primeros pasos a dar de este sector de los despolarizados, en interpelación a las cúpulas polarizadas, pero comprendiendo que por ahora es inevitable entender que junto a ellos deberá llegarse a un acuerdo para así emprender un camino alterno al de la construcción de las condiciones para una guerra civil que sólo los miserables pueden desear.

 

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