El diario plural del Zulia

Carta a Tibisay, por Laureano Márquez

Quisiera compartir con usted algunas reflexiones sobre sus reflexiones de esta semana. Si un derecho ciudadano tiene que ser explicado tantas veces y es de tan difícil consecución, es que en verdad no existe. Usted nos asegura su imparcialidad, pero debe entender que hay una cadena de circunstancias y comportamientos que permiten a una parte importante de la sociedad venezolana pensar algo diferente a lo que usted, con todo derecho afirma. Cuando usted dice “este poder electoral no acepta presiones de nadie” y recibe una ovación en su sede, eso denota ya, de suyo, una toma de posición política. Me explico: ¿quién está presionando?, ¿quién quiere que no se presione?, ¿quién aplaude? Desde el organismo a su cargo se utilizan los recursos que la nomenclatura judicial le permite para relentar lo relentable, para darle vueltas a lo irreversible, para revocar las obnubilaciones extrasensoriales que permitan una dilación sine die y sine noche.

Yo no sé si usted percibe las penurias, dificultades, pesadumbres, trastornos y contrariedades que una población sitiada por el hambre y las carestías, padece. Yo no sé si usted sabe que hay localidades en las que los pranes ya cobran derecho de frente de las casas y el impuesto sobre la renta a comerciantes, lo llaman vacunas. ¿No sé si usted siguió la manera como se resolvió el conflicto en la Penitenciaria General de Venezuela o los rostros desesperanzados de la gente en las colas o la disminución de peso? Ante una Venezuela que literalmente se desmorona y busca la única salida constitucional que tiene a mano, su exposición no hace otra cosa que explicarnos las extremas dificultades que un proceso electoral como el RR requiere y lapsos y actividades y plazos y contra plazos. Se deriva de su explicación una intencionalidad subyacente de esas que uno conoce cuando acude a un funcionario público y ante cualquier trámite este te dice: “caramba, esto va a estar como difícil” y comienza a pedirte documentos que suenan más a obstáculos que hay que sortear que a requisitos exigidos por la ley. Dice usted que el Consejo Electoral “no puede adelantar ni atrasar, que esto es una democracia dinámica, fundamentada en la consulta permanente, que no hay que generar inestabilidad ni subvertir el orden constitucional”. Usted no percibe, como el suscrito, que aquí no hay ya ordenamiento constitucional vigente. Las Leyes, por muy buenas que sean, si son aplicadas con mala intención, utilizando las garantías que ellas mismas contemplan como mecanismo de relentamiento intencional de su propio espíritu, propósito y razón, terminan convirtiéndose en la negación de aquello que procuran. Yo no creo que una democracia dinámica sea aquella en la que uno solo dispone de todos los poderes y en la que estos se hacen pasar por imparciales, eso solo tiene un nombre: servidumbre voluntaria. Cuando una ley dice que un organismo tiene 20 días para dar una respuesta y usted utiliza el plazo –todos los plazos- hasta el último día a las 11:59 p. m., es evidente que no está fuera del ordenamiento jurídico, pero también es evidente que hay una intencionalidad subyacente que tiende a la demora de un derecho urgente. No sé si me estoy explicando bien. No importa porque yo a usted tampoco la entendí del todo, por ello me acojo al principio latino: “aéquitas praefertur rigori”, es decir, lo que es igual no es trampa.

Lea también
Comentarios
Cargando...