El diario plural del Zulia

Buenos frutos, por Francisco Arias Cárdenas

Los venezolanos podemos tener diferencias de cómo gerenciar lo público, sobre modelos productivos y otros diversos paradigmas; eso es lógico, humano y natural. Lo que no es justificable, ni natural ni moral, es procurar intervenciones extranjeras, agresiones, irrespetos y daños para la propia Patria; lo que es inadmisible es que, en el afán enfermizo por obtener el poder, se participe en las estrategias y conspiraciones que infringen sufrimientos materiales y espirituales a los compatriotas.

Las consecuencias de la guerra económica desplegada por la ultraderecha alcanzan a todos los estratos. A ella le han sumado la violencia paramilitar y el torpedeo mediático, en una operación sicológica cuyo objetivo es incentivar la incertidumbre y angustia. Promueven una contracultura del aprovechamiento innoble de la necesidad ajena, contrario al espíritu colectivo venezolano, tradicionalmente generoso y solidario. Y sobre esa base, mienten y crean falsas expectativas de soluciones –que no son tal– a los problemas que ellos mismos generan, con la intención de que la previsible frustración sea el caldo de cultivo para la violencia en las calles.

Las venezolanas y venezolanos de bien nos oponemos con la fuerza y el ejemplo de nuestros antepasados, a tal insania. Lo hacemos trabajando, con creatividad, con entusiasmo y visión de futuro. El presidente Nicolás Maduro ha lanzado el Plan de la Economía Productiva que se adapta a las potencialidades de cada región, y el Zulia –tal como lo dijo el ministro Wilmar Castro Soteldo– es una tierra de esperanzas, uno de los principales productores de carne, leche y frutas del país, entre otras opciones de rubros exportables y generadores de divisas.

Mientras unos pocos maniobran para la destrucción, nosotros, la gran mayoría del pueblo venezolano, emprendedor, trabajamos para resolver y crear prosperidad. Rezamos para que llueva mientras plantamos bien los pies sobre la tierra para sembrar cada día esperanza y logros concretos. El amor siempre da buenos frutos.

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