El diario plural del Zulia

Beatriz Pineda Sansone | El arte y su poder unificador y mediador

Es necesario ampliar las fronteras del arte considerando que engloba todas las creaciones realizadas por el ser humano para expresar una visión sensible acerca del mundo, ya sea real o imaginario. Lamentablemente, estos espacios se van reduciendo a causa de ambiciones materiales, del crecimiento de las ciencias y de los intereses económicos. Schiller pensaba que lo que procede de emociones y sentimientos y que, a su vez, los provoca tiene a veces más fuerza que un razonamiento. Es preciso que la educación considere en su currículo la formación estética que ayuda a niños y jóvenes a desarrollar sus capacidades de observación y percepción necesaria para el arte y para todo tipo de conocimiento. Es importante enseñar a niños y jóvenes que, mediante recursos plásticos, lingüísticos o sonoros, el arte permite expresar ideas, emociones, percepciones y sensaciones. El carácter expresivo del arte fomenta la originalidad, le otorga forma a los sentimientos, espolea la interpretación y el razonamiento. El hombre libre, apuntó Platón, es aquel en cuyas acciones expresa sus ideas, no las de otro. Su actividad debe tener sentido para él mismo. El yo auténtico debe prevalecer sobre el yo social.

¿Por qué se debe considerar el arte en el currículo escolar?

Porque el arte transforma nuestra visión de las cosas, ensancha y flexibiliza nuestra mirada, nos enriquece y enfrenta distintos modos de percibir y expresar la realidad. El arte confiere nueva luz a lo conocido, busca la singularidad expresiva, la plenitud de lo sensible. El arte tiende puentes, fundiendo posibles barreras, ensanchando fronteras. El arte nos permite concretar los ideales que se van encarnando en algo existente.

La estética tiene que ver con los sentimientos con la capacidad de orientarlos hacia la razón, vale decir, de hacerlos razonables, de ordenarlos hacia fines valiéndose de hábitos. Ética, estética y espiritualidad marchan al unísono. Es allí donde se instala la posibilidad de mejorar la vida de los seres humanos. Por ello constituye la clave del pragmatismo promulgado por Charles. S. Peirce, que se refiere a fines y hábitos.

La belleza encarna el ideal. El ideal es tan poderoso, expresó C. S. Peirce, que cuando meditamos sobre él modifica de forma sutil pero tenaz nuestra apreciación de las cosas.

El artista tiene una habilidad importante: la capacidad de observación que nos habla de la impresión, del asombro que le causan las cosas o los hechos; de sus sensaciones, es decir, de sus emociones sin mezclarlas con prejuicios que distorsionan la realidad. El artista descubre cosas que otros no ven. Su capacidad de observación no requiere de su habilidad de razonar, es diferente de ella. No sucede lo mismo con la capacidad de razonar que sí requiere de la capacidad de observar.

El arte es un mediador entre lo concreto y lo general, entre lo determinado y lo indeterminado, entre lo material y lo espiritual. El arte tiene un poder unificador y mediador que lo convierte en un maravilloso recurso para desarrollar la comprensión de las personas y el entendimiento de los pueblos, hoy día, tan vulnerado. El arte es una inestimable herramienta para la superación de los conflictos, dado que uno de sus aspectos, la armonía, no es ausencia de contrarios sino equilibrio. Si en el universo existen contrarios, realidades que parecen no conciliarse, como la unidad y la multiplicidad, el amor y el odio, la paz y la guerra, la quietud y el movimiento, la armonía entre estos contrarios no se producirá anulando uno de ellos, sino precisamente dejando que ambos vivan en una tensión continua, en equilibrio (Historia de la Belleza. Umberto Eco, 2004. Bompiani, Milán).

La belleza señala, precisamente, a lo que solo puede buscarse por sí mismo.  David Hume expresó: Una razón evidente de que muchos no tengan un sentimiento apropiado de la belleza es la falta de esa delicadeza de la imaginación necesaria para ser sensible a las emociones más sutiles. Cada cual pretende tener esa delicadeza, habla de ella y quisiera regular, a partir de ella, todo gusto y sentimiento.

El arte se convierte en una poderosa cura para los males de la humanidad que irriga el espíritu. El arte nos confiere libertad y la existencia se construye gracias a la libertad, pues ella permite el devenir temporal individual y grupal.

Si consideramos los dualismos de la modernidad*, es decir, la tendencia a pensar o categorizar las cosas que nos rodean, en pares, de dos en dos -hombre-mujer, bueno-malo, hetero-homo, mente-cuerpo, naturaleza-cultura, innato-aprendido, individual-colectivo, entre otros-, la inmediatez en la que vive el hombre moderno, la estética y su visión global y unificadora puede enriquecer la percepción del ser humano, su libertad creativa, su meditación, el equilibrio de sus facultades en la búsqueda del ideal: la belleza.

Beatriz Pineda Sansone, intelectual venezolana, egresada de LUZ y residente en la ciudad de Barcelona, España.

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Editado por los Papeles del CREM, 15 de junio del año 2024. Responsable de la edición: Raúl Ochoa Cuenca.

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