El diario plural del Zulia

Bajo amenaza, el sector lácteo zuliano, por Werner Gutiérrez Ferrer

El rosario de problemas para el sector ganadero venezolano, bajo los Gobiernos Chávez-Maduro parece nunca acabar. Nuestros productores han sabido sortear varios años de verano, de escasez de pastos sin contar con agroinsumos, no disponer de medicina veterinaria, el ver desaparecer más de 180 mil cabezas en manos del hampa, y el ser sometidos a la extorsión por grupos irregulares, son solo algunos de los problemas que a diario enfrentan, pero aun así, siguen apostándole al campo, porque confían que vendrán tiempos mejores.

Quienes conocemos la actividad agropecuaria sabemos que ningún verano es eterno y siempre después de una intensa sequía viene un año de buena lluvia que permite el reverdecer de los campos. Este ha sido un año climáticamente favorable para los ganaderos de la cuenca del Lago de Maracaibo, las precipitaciones se hicieron presentes en buena época, hay una mayor oferta forrajera en los potreros para los rebaños, y por ende se registra un incremento significativo en la producción de leche. Sin embargo, irónicamente bien aplica aquí el dicho “cuando el pobre lava, llueve”.

La Asociación de Ganaderos y Agricultores del Municipio Colon (Aganaco) ha lanzado una grave advertencia. Solamente en la subregión Sur del Lago, mas 800 mil litros de leche diarios ordeñados en aproximadamente 3.000 fincas de este municipio y zonas cercanas, están en riesgo de perderse ante la paralización de la recepción por parte de 10 plantas procesadoras.

Estas empresas se han declarado en emergencia, y detenido la recepción de leche, motivado a que su capacidad de almacenamiento está saturada. Los transportistas que diariamente distribuyen los productos lácteos ya procesados en sus instalaciones a los mercados a nivel nacional se han visto obligados a paralizar sus labores por la inseguridad en las vías y la escasez de combustibles. Los cuerpos de seguridad del estado parecen existir en este país solo para reprimir a quienes reclaman por alimentos, salud, educación o democracia. Grandes contingentes son movilizados a diario para contener las justas demandas de un pueblo, pero para controlar la inseguridad en las zonas rurales y urbanas, son completamente inútiles. El gasoil tan necesario para mover tractores y el transporte de alimentos está desaparecido de las zonas productoras, pero sí existe para movilizar los autobuses que llevan a quienes son obligados a asistir a las concentraciones del Gobierno, o para nutrir la mil millonaria actividad de contrabando de combustible hacia Colombia.

Mientras el país ha visto descender el consumo percápita de leche en 18 años de 130 litros, a menos de 65 litros, el fantasma de la ruina y la quiebra ronda en nuestras unidades de producción. Todo el sistema lácteo de la cuenca del Lago está en riesgo de desaparecer, lo que solo traería aún más hambre y desnutrición, a los hogares venezolanos.

 

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