El diario plural del Zulia

Antonio Urdaneta // Derrotemos la antipolítica

Un hecho que ya nadie se atreve a negar con argumentos convincentes, es el daño que el discurso de la antipolítica le hizo a la  democracia. Algunos analistas ubican la aparición de esta prédica  nociva en un período determinado, casi siempre en las últimas dos  décadas del siglo XX; probablemente esta concepción emana de la  circunstancia de que el único sistema democrático auténtico que  registra la historia republicana de Venezuela es el que transcurre  entre 1958 y 1998.  

Durante esos 40 años, ningún Presidente de la República, sin  excepción, intentó aprovechar el poder, ni su influencia, para  perpetuarse en el cargo. ¡Esto es lo primero que hacen quienes de  inmediato dan a conocer su vocación dictatorial! Experiencias de esta  naturaleza, tenemos un rollo los venezolanos. Sin embargo,  lamentablemente somos proclives a dejarnos embobar por el discurso  edulcorado, demagógico y populista de cualquier aventurero. A pesar  de que esto ha ocurrido muchas veces, nunca aprendemos; cuando  caemos en cuenta del error ya es demasiado tarde, porque ya  tenemos montado en Miraflores a un delincuente, adueñándose del  país y de sus riquezas.  

A estas alturas del juego deberíamos orientar esfuerzos y recursos a  reivindicar la política en todas sus dimensiones; a las organizaciones  partidistas, porque son éstas la columna vertebral de una  democracia, y a los líderes políticos porque la ausencia de éstos casi  siempre es remplazada por un aspirante a dictador. Esto también  supone que los partidos y sus dirigentes en todos los niveles se  sometan a un proceso de relegitimación, promoviendo la  participación de la mayoría de sus militantes, de modo que éstos,  sustancialmente motivados, se incorporen activamente a los procesos  electorales internos pertinentes, validados éstos mediante el más.

En este mismo orden de ideas, es saludable reconocer que la  antipolítica ha llegado hasta la conciencia del pueblo, porque también  los partidos y su liderazgo han abierto brechas por donde se han  colado los enemigos de la. Si quienes están pendientes de los  desaciertos de los dirigentes políticos, y utilizan este hecho para  descalificarlos, consciente o inconscientemente están descalificando a  la democracia. En sístesis, si queremos recuperar el sistema que  perdimos hace 23 años, tenemos que trabajar mancomunadamente  los partidos políticos y los ciudadanos en general, para derrotar a  quienes se nutren de las fuentes de la antipolítica, en función de su  comprobada predisposición contra el ejercicio democrático. ¡Hagamos  el intento de esperarlos en la bajadita! 

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