El diario plural del Zulia

Antonio Urdaneta Aguirre // ¡Que el cambur verde manche!

En los últimos días Nicolás Maduro se ha empeñado en hacerle creer al país y al resto del mundo, su real o aparente abandono de la ruta que le trazó su “comandante supremo”, la cual dejó bien dibujada en el llamado “plan de la patria”. Se podría afirmar que el “heredero” está barriendo el piso con la memoria de su antecesor. Para algunos analistas, ese propósito de Maduro Moros tuvo su expresión más evidente en Barinas, donde el Consejo Nacional Electoral (CNE), cumpliendo instrucciones del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) por intermedio de su Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), repitió la elección del Gobernador del Estado, en detrimento del “chavismo” y de su dinastía barinés.

Si se pretende profundizar el análisis en relación con este tema y acercarse a la objetividad de los hechos, el referente de partida que marca el inicio del supuesto deslinde, es posible ubicarlo en las elecciones internas del partido de gobierno, en la oportunidad que fueron escogidos sus candidatos a gobernadores y alcaldes, proceso donde los llamados “auténticos chavistas”, inesperadamente salieron con las tablas en la cabeza. Barinas apenas fue un episodio más en la estrategia “madurista”.

Es definitivamente difícil que en Venezuela olvidemos el origen de la tragedia que actualmente padecemos. Las expropiaciones sin las indemnizaciones respectivas que hizo Hugo Chávez, así como su acoso a la empresa privada y a los productores del agro, se tradujeron en los pilares de la “revolución roja” para llevar adelante el perverso plan de destruir la economía nacional, incluyendo a Petróleos de Venezuela (PDVSA) y el poderoso complejo industrial de Guayana.

Pues bien, aunque muy tímidamente, Nicolás Maduro parece que está girando, sin mucha fuerza por supuesto, en función de resarcir los graves daños que le causó Chávez a la nación. Progresivamente ha eliminado o disminuido controles que impedían o interferían la capacidad de maniobra de los empresarios, cuyos beneficios, aunque todavía poco significativos, son motivo de expresiones muy optimistas de voceros de cámaras y asociaciones que agrupan y representan a los productores.

Más recientemente el gobierno habló de un paquete accionario de empresas del Estado, a objeto de ofrecerlas en venta a través del mercado de valores. Como la oferta luce poco atractiva hasta este momento, la gente se pregunta: ¿Qué hay detrás de bastidores? Se observa poca claridad en el anuncio oficial y se especula bastante al respecto.

De todos modos, en principio el giro de Maduro genera expectativas que, aunque empañadas por las dudas, van más allá de la percepción negativa. Es tan grave la crisis multidimensional que agobia a Venezuela, que la gente está ávida de soluciones; cualquier iniciativa que se mueva en esa dirección, por más peregrina que parezca, encuentra eco en los potenciales beneficiarios. Esto ha ocurrido con los anuncios “capitalistas” de Nicolás Maduro. Quienes ya estamos hartos de promesas recicladas e incumplidas, seguiremos escépticos hasta que se vean resultados tangibles y sostenidos. Mientras vemos los toros a prudente distancia, aguardaremos esperanzados en la posibilidad de que en esta oportunidad el “cambur verde manche”.

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