El diario plural del Zulia

Antonio Urdaneta Aguirre | Mercaderes del agua

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Hablar de la carencia o insuficiencia de los servicios públicos en Venezuela supone  armarse de valor, porque resulta deprimente tener que describir el estado caótico de la  mayoría de ellos. Basta ocuparse de alguno de tantos, para darse cuenta de que los  demás ofrecen un drama similar. Como la prestación de esos servicios corresponde  directa o indirectamente a la administración pública nacional, sin lugar a dudas es más  que evidente la incapacidad y la indolencia de los ministros que tienen a su cargo las  respectivas responsabilidades, como también de quien los nombra y los mantiene en las  dependencias que regentan, muchas veces sin las credenciales profesionales para el  desempeño adecuado de las funciones pertinentes. ¡La verdadera culpa la tiene quien  está dotando de garrotes a los ciegos! En la mala producción y distribución de los  servicios públicos, luce como si estuviese de por medio el monstruo de la corrupción; y parece que se ocupan poco en ocultar las evidencias. 

El espacio que utilizo para plasmar un artículo de prensa sólo me permite tratar la  dramática situación del suministro de agua en Maracaibo. Supongo que en el resto del  estado Zulia es igual o peor, y lo podría ser en toda Venezuela. En lo que respecta a la  capital zuliana, ya la calamidad se está convirtiendo en tragedia, porque la sed gana  terreno con mucha celeridad. Todos los sectores del municipio, cualquiera sea el estatus  social de sus pobladores, son víctimas de un delito tan grave, en este caso, como es  negarles el agua. ¡Sin necesidad de ahondar en el asunto, es obvio que los  administradores del servicio en la región, sin escrúpulo alguno, se han convertido en  monopolistas del vital líquido, porque se los suministran a quienes ellos les parecen, 

cuando les viene en ganas y la cantidad que a ellos se les ocurra o les convenga! 

A la vista de todos estamos frente a un hecho que reviste mucha gravedad el cual está  generando una explosiva indignación en la sociedad marabina. Incluso se comenta en  voz baja que cuatro o cinco comunidades del norte de la ciudad se han organizado y  están haciendo un trabajo de inteligencia, cuyos resultados empiezan a arrojar luz sobre  el “negocio del agua”. La labor de las personas que han tomado el toro por los cuernos,  es además muy prudente, pues hasta ahora han logrado que su propósito se mantenga  en el anonimato. Sin embargo, siempre se filtran algunas pistas que luego adquieren  características de versiones.

Voy a referirme a la versión que llegó a mis oídos, porque si esto sirve para que los  prestadores del servicio eviten un desbordamiento de la ira que ha acumulado la gente, bienvenida sea una oportuna y acertada intervención de las autoridades que sean ajenas  al “negocio del agua”. Según la versión a la que haré referencia, ya descubrieron a quienes se encargan de cerrar las llaves que le dan paso al agua que llega a las  comunidades que adelantan las investigaciones respectivas. También se dice que están  detrás de los nombres de quienes, “desde arriba”, ordenan el cierre de llaves, para que  las caravanas de cisternas tomen como centro de operaciones las urbanizaciones o  barrios que les son asignados, donde se llenan bien los bolsillos cobrando hasta cuarenta  dólares ($40) por cisterna. ¡Podríamos estar cerca de un escándalo mayúsculo, y de  saber los nombres de los mercaderes del agua! Estoy recabando más información para  completar esta historia de la corrupción hídrica.  

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