El diario plural del Zulia

13 minutos para matar a Hitler, por Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán

La historia contrafactual fantasea sobre una virtualidad basada en hechos distintos a los que ocurrieron en la realidad. ¿Y si Hitler no hubiera nacido? ¿Y si a Hitler le hubiesen matado en el año 1939 cuando atentaron fallidamente contra su vida? Este supuesto nos hubiese lanzado a otros derroteros temporales, y quizás, a otras historias más benignas ahorrándonos los 55 millones de muertos que ocurrieron en la II Guerra Mundial (1939-1945). Sobre esta posibilidad se dedica la película 13 minutos para matar a Hitler del director alemán, Oliver Hirschbiegel, el mismo de la muy lograda El hundimiento (2004).

Aunque advertimos que no se trata de cine fantástico sino el de tipo sociológico, porque su director nos va mostrando el ascenso del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán y como sus milicias van ahogando paulatinamente las manifestaciones de libertad política que existían para ese entonces. 13 minutos para matar a Hitler es la historia del atentado contra Hitler en el año 1939, en Múnich, atentado este, prácticamente desconocido por la mayoría que solo asume la existencia del más famoso de todos: Operación Valquiria, llevado a cabo por un grupo de oficiales de la Wehrmacht (Ejército alemán) en el año 1944 y que el cine también ha recreado de la mano de Tom Cruise (VALKIRIA, 2008).

Es bueno saber que Hitler, en la civilizada Alemania de Hegel, Schopenhauer, Goethe, Beethoven y Nietzsche, impuso la dictadura personal y un régimen militar bajo la consigna de: “Una Alemania Imperial” que mediante la guerra se iba a resarcir de las humillaciones que los vencedores de la I Guerra Mundial (1914-1918) le impusieron. Hitler explotó el resentimiento alemán y logró movilizar los sentimientos y emociones más bajos de una población que por momentos renegó de sus más fecundas cualidades.

13 minutos para matar a Hitler es una película de un solo actor: Christian Friedel, el que da vida al carpintero, George Elser (1903- 1945), un bohemio/artista, cuya sensibilidad por la libertad y el cosmopolitismo no le permite quedar impasible ante la amenaza de los nazis y lo que podría acarrear la profundización de su voluntad destructiva en su Alemania natal. Elser no es un fanático militante de alguna causa política/ideológica en una época de nacionalismos furibundos, por el contrario, es un hombre moderno y liberal, solo que su conciencia de hombre libre y responsable, le hacen actuar en un complot casi suicida y de antemano condenado al fracaso por su evidente soledad en la planificación del mismo.

Elser es un romántico de buenos sentimientos que pone en evidencia algo que hoy luce muy importante para muchos descendientes de esa Alemania agresora y prepotente: que no hubo unanimidad en apoyar a Hitler y los nazis; y algo más meritorio aún: que hubo gente que le resistió en unas condiciones de represión, castigo y tortura inclementes como muy bien la película es capaz de reseñar. Me gustó 13 minutos para matar a Hitler, aunque se trate de una película modesta cuya narrativa no descansa en la hipérbole, sino en los pequeños gestos abnegados y heroicos de su protagonista. George Elser, de pacifista, terminó casándose con la violencia, creyendo que podía torcer el rumbo de un destino aciago. Y no siempre, o casi nunca, somos capaces de emular a Dios.

 

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