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Veintitrés muertos al incendiarse un internado en Malasia

Los bomberos acudieron inmediatamente al lugar pero el incendio continuó durante una hora su obra de destrucción

Veintitrés personas, casi todos adolescentes, murieron este jueves al incendiarse una escuela religiosa en Malasia.

El fuego se desató antes del amanecer en la escuela para varones Tahfiz Darul Quran Ittifaqiyah, un internado musulmán situado en el centro de la capital Kuala Lumpur.

Numerosos cuerpos -entre los que había 21 menores, en su mayoría adolescentes- fueron hallados unos sobre otros, lo que deja pensar que se precipitaron hacia la salida para escapar al fuego.

Los bomberos acudieron inmediatamente al lugar pero el incendio continuó durante una hora su obra de destrucción.

Fotografías publicadas en medios locales muestran camas cubiertas de cenizas y ennegrecidas por el humo. Algunos testigos hicieron aterradores relatos sobre cómo los jóvenes trataron en vano de escapar a las llamas y los vecinos oían impotentes sus gritos.

"Los chicos trataron desesperadamente de escapar a las llamas", indicó el ministro de Territorios Federales, Tengku Adnan Tengku Mansor. "Las rejas de metal impidieron que salieran del edificio".

El jefe de la policía de Kuala Lumpur, Amar Singh, dijo que "los cuerpos estaban totalmente calcinados".

"Desafortunadamente sólo había una entrada y por eso no lograron escapar. Todos los cuerpos fueron hallados amontonados".

El diario The Star informó que los vecinos que se habían levantado para la oración de la madrugada oyeron los alaridos pidiendo ayuda y vieron cómo las llamas devoraban el piso superior del edificio donde los chicos dormían en dormitorios.

Khirudin Drahman, director del departamento de incendios y rescate, dijo que se trata de la peor tragedia por incendio en 20 años.

Norhayati Abdul Halim, que vive enfrente de la escuela, contó a la AFP que escuchó gritos en el momento en que se llamó a la oración de la mañana.

"Pensé que gente peleaba. Abrí la ventana de casa y vi la escuela en llamas. Pedían ayuda pero no pude hacer nada", declaró la mujer de 46 años.

Cuando llegaron los bomberos "ya no se escuchaban gritos", agregó.

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