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Milagro Díaz, la venezolana que brilla como reclutadora de personal en Chile

Milagros arribó a Chile el 5 de abril de 2018, con una mezcla de miedo y emoción por ampliar sus horizontes. Lo hizo acompañada por su pareja. Llegó, recuerda, un jueves, y cuatro días después, estaba trabajando como anfitriona en un restaurante gracias a su manejo del inglés y, poco después, encontró un empleo como cuentacuentos y actividades para niños en reuniones y como asistente administrativa en un club social

Sacarle una sonrisa a la mayor cantidad de personas posible cada día es la mejor tarjeta de presentación de Milagros del Carmen Díaz Rodríguez, natural de Puerto Ordaz, estado Bolívar y criada en Maracaibo, estado Zulia, donde se graduó como comunicadora social y psicóloga. “Es parte de mi filosofía de vida y trato de transmitirla y contagiarla. Soy esa loca que le sonríe a extraños en la calle y dice chistes en un ascensor para hacer reír a la gente”, sostiene.

Milagros arribó a Chile el 5 de abril de 2018, con una mezcla de miedo y emoción por ampliar sus horizontes. Lo hizo acompañada por su pareja. Llegó, recuerda, un jueves, y cuatro días después, estaba trabajando como anfitriona en un restaurante gracias a su manejo del inglés y, poco después, encontró un empleo como cuentacuentos y actividades para niños en reuniones y como asistente administrativa en un club social.

Su primer día en Santiago fue fuerte. Tembló cuando estaba en un piso 22 y durante la semana comenzó a golpearla la realidad de un cambio tan cambio brusco. “Fueron momentos muy difíciles por no tener un techo aún (sólo las recibieron por una semana), para colmo el frío del otoño les hizo darse cuenta que su ropa "abrigada" no servía de nada. Durmió en el piso y se aterró por las diferencias culturales y comunicacionales. “Gracias a Dios no los viví sola, venirme con mi pareja fue una gran bendición”, cuenta.

Durante un tiempo, Díaz Rodríguez siguió postulando a cargos de su área en Psicología Organizacional, gracias a su experiencia de 9 años en Reclutamiento y Selección. “Tuve varias entrevistas hasta que finalmente entré como Psicóloga de Selección en la consultora donde trabajo actualmente ejerciendo mi profesión y teniendo la oportunidad de ayudar a las empresas a conseguir el mejor talento y a las personas a conseguir empleo”, detalla.

Un año después fue ascendida a Supervisora de Reclutamiento y Selección y suma más de dos años con la organización. Ejercer en Chile ha sido un reto en varios sentidos. “Es insertarse a un mercado distinto al venezolano en prácticas, en modos de relacionarse con clientes, jefes y candidatos; es empezar de cero a hacerte un nombre y construir redes de colegas, donde los fundamentos legales son distintos, las maneras hasta de publicar un aviso de empleo son otras, donde hay restricciones en lo que puedes o no preguntar en una entrevista, donde se aplican pruebas psicolaborales distintas a las que se acostumbraban en Venezuela…”, explica.

Sin embargo, Milagros sigue en constante evolución y desecha el victimismo: “No podemos esperar que otro nos resuelva y culpar al mundo por nuestros problemas. Creo que todos pasamos momentos difíciles, pero todos podemos superarlos si decidimos trabajar y esforzarnos por ello... Necesitamos reforzar esto en nosotros como comunidad migrante, educar y hacernos eco de todo lo positivo para darle fuerza a esta parte de nuestra comunidad en Chile y en el mundo”.

Algo que extraña Milagros es la música. Junto con Adriana, su pareja, conforma el grupo @HarmoniaDueto y antes de emigrar estaban muy activas entre cantar en cafés, restaurantes y participar en diversos eventos a los que las invitaban, tanto sociales como del mundo yoguico marabino. “Al llegar aquí el foco estuvo en lo laboral por mucho tiempo, íbamos a activarnos en el 2019 pero pasó lo del estallido y no pudimos. Estamos tratando de volver a activarnos en lo musical y dar un poco de nuestra Harmonía a Chile. Hemos cantado en algunos eventos privados de venezolanos que nos conocían desde Maracaibo y esperamos poder retomar pronto luego de la pandemia o en la medida en que la situación lo permita”.

¿Cómo calificas a los venezolanos migrantes en el mundo y en Chile?

Creo que así como en nuestro país hay polarización, en la comunidad migrante también la hay: Están los que migraron para trabajar y dar lo mejor de sí mismos, emprender, crecer y aportar al país, como aquellos que salieron con el victimismo en la cabeza, yo lo llamo el complejo de "pobrecito yo", y son los que creen que el mundo les debe algo y que no se han dado cuenta que su esfuerzo y actitud es lo que determina su éxito, crecimiento o fracaso.

¿Que es lo que más te gusta y lo que menos de Chile como sociedad?

Me gusta de Chile que, a pesar de ser un país latinoamericano, son algo más organizados y estructurados que otros países del continente, me gusta que los estándares de vida siguen siendo altos (en comparación con nuestro país), que hay un empuje en ciertos sectores de la sociedad por crecer y construir y definitivamente me gusta el que hay oportunidades de crecimiento para quien las quiera aprovechar. Me gusta que sea una sociedad más abierta a nuevas ideas en algunos sectores, pero cuando ya caemos en extremos progresistas y fanáticos entramos en lo que me desagrada de la sociedad chilena, los extremos intolerantes y violentos que se encuentran detrás de ciertas manifestaciones y protestas es parte importante de lo que no me gusta.

Así mismo, me preocupa de esta sociedad los niveles de inteligencia emocional, hay altos índices de personas que sufren de depresión, impulsividad, agresividad y en el día a día veo como el deficiente manejo de las emociones es algo cotidiano. Desde mi mirada psicológica creo que hay mucho trabajo que hacer en términos de salud mental y manejo de emociones en la sociedad chilena.

¿Qué mensaje le das a la migración venezolana en Chile y el mundo?

Que no podemos dejarnos llevar por la desesperación o por la visión negativa que otros quieran reforzar de nosotros. Si hacemos las cosas bien y dando lo mejor de nosotros nuestras acciones serán más fuertes que cualquier prejuicio. Somos personas amables, respetuosas, trabajadoras, inteligentes y podemos ser un gran aporte en cualquier lugar donde estemos. La decisión de cómo nos perciben y de cuán bien queremos estar depende de nosotros, no depende de un Gobierno, de otras personas, de la sociedad, no. Depende de nosotros, de nuestras acciones, de nuestro esfuerzo, somos constructores de nuestra realidad.

 

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