El diario plural del Zulia

Matrimonio venezolano consolida empresa de transportes y fletes en Chile

Luisa Montes y Ángel José Pérez son un matrimonio barquisimetano que escribe su historia de éxito marcada por el sacrificio y el amor.

Ella es Licenciada en Relaciones Industriales y en Venezuela trabajaba en recursos humanos de una empresa láctea y él estudió 4 semestres de Mecánica, pero tuvo que abandonar sus estudios para mantener a su familia.

"Mi esposo tenía un taller mecánico de motos y venta de repuestos. En 2014 pensamos en venirnos a Chile, pero salí embarazada y vinimos en septiembre de 2016 con maletas, un coche, la pañalera, una hija de año y medio y un dolor y una tristeza en el corazón que en la vida habíamos sentido", cuenta.

Llegaron al apartamento de una prima de Luisa y con 600.000 mil pesos al cambio para sobrevivir. Tenían la esperanza de cobrar un dinero de cosas que vendieron en Venezuela, pero la persona en quien confiaron para cobrar y enviar el dinero, los estafó, reseña Crónicas de Chile.

Ángel consiguió trabajo a la semana. Fueron a varias entrevistas, pero los rechazaban por no tener RUT y no tenían con quien dejar a la bebé. Ubicaron a una chica que se las cuidó hasta que consiguieron cupo en una sala cuna gratis y las ‘tías’ fueron una bendición.

Pese a tener familiares que los apoyaban les tocaron situaciones fuertes. Su hija se enfermó más de 10 veces porque no se adaptaba al clima. Ángel caminaba de Independencia a Toesca para buscar a la niña y no gastar doble pasaje. Cuando podía recorría avenidas ofreciendo reparar motos.

Luisa comenzó a vender ponqués dulces y torticas que hacía con una amiga en una situación similar. Las ofrecían en kioscos y locales de estaciones del Metro y algunos días regresaban de vuelta con todo. "No fue fácil. No podíamos ni mandar plata a nuestra familia”, detalla.

Un día hablaron sobre abrir un negocio propio. Coincidieron que debían tener experiencia y como Ángel manejó camiones y llevó encomiendas en Venezuela, decidieron comprar una camioneta para hacer mudanzas y transporte. Sin embargo, por un tema de documentación, no pudieron por sí mismos. Lo hicieron con el apoyo de sus primos.

Fue rudo. Ángel comenzó a hacer fletes, buscaba a la niña en el jardín y la montaba en su silla. Con un brazo llevaba muebles y en él otro a la bebé. Luisa trabajaba y cuando salía se acercaba y servía de ayudante igual.

“Casi todos los días llegábamos a las 1 o 2 de la madrugada de trabajar. Los domingos escogimos unas comunas y entregamos volantes en todos los edificios para conseguir trabajo y así hemos ido poco a poco creciendo, apenas esto es un 1% de todas las aspiraciones y proyecciones que tenemos”, sostiene.

Hace una semana inauguraron su primer centro de distribución y potenciaron su flota. Realizan servicios de fletes, mudanzas, traslados, compras y rescates de motos. “Si juntamos los días que descansamos en 5 años, no llegarían a mes y medio. Trabajamos sábado, domingo, feriados. No paramos. Con esfuerzo, honestidad y responsabilidad hemos salido adelante y Dios nos ha puesto gente maravillosa en nuestro camino, amigos que se han vuelto familia y nuestra familia siempre dándonos ánimos”, asegura.

Cada situación y momento bueno o malo los ha fortalecido. Y esta es su reflexión: “Nuestro jefe es Dios y la Pastora que nos proteje. Nuestra admiración a todos los emprendedores a todos los que se atreven a soñar y trabajar por sus metas que como nosotros le ha costado salir adelante pero su constancia les hace merecedores de sus logros”.

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