El diario plural del Zulia

Kilicdaroglu reta a Erdogan y puede ser faro de la oposición venezolana

El líder opositor turco, de 74 años, recibe el espaldarazo de 6 partidos disímiles. Analistas destacan los paralelismos entre Venezuela y Turquía. Sin unidad real más trabajo en defensa del proceso comicial cualquier elección es un abismo.

Hay una ventana abierta para los candidatos a las primarias opositoras en Venezuela, y principalmente, para aquellos ciudadanos que aspiran a sacar del poder con votos a Nicolás Maduro. Y se encuentra en Turquía, bajo el amparo de la figura de Kemal Kilicdaroglu, el opositor que se ganó el derecho de disputar el poder, en segunda vuelta, a Recep Tayyip Erdogan.

“En Turquía se logró lo que es una aspiración en Venezuela: un candidato único para las elecciones postulado por la Alianza Nacional opositora integrada por 6 partidos de tronco disímiles: socialdemocracia, liberalismo, islamismo, izquierda verde y hasta escisiones del partido de gobierno”, expresó en twitter Imdat Omer, analista y exalto funcionario de la embajada turca en Caracas.

Raúl Sohr, sociólogo, periodista y analista internacional chileno, cree que ya es un gran triunfo para Kilicdaroglu, pues Erdogan y el conjunto del sistema, incluido su partido, controlan los medios de comunicación en una competencia electoral muy dispareja, donde el presidente tiene a su partido sólidamente organizado, con 20 años de gobiernos continuos―11 como primer ministro, 9 como presidente―, en el que ha afianzado una serie de mecanismos de control de la sociedad, especialmente en los sectores más pobres y rurales.

Kilicdaroglu ha vivido en carne propia lo que supone oponer a Erdogan. Fue golpeado dos veces antes de dar un discurso en el parlamento en 2014. Sufrió un hematoma en la mejilla y en el ojo. Dos años después su convoy fue atacado con un misil por el grupo militante kurdo PKK. En el 2017, escapó de un intento de bombardeo por parte de ISIS. En el 2019, sobrevivió a un intento de linchamiento durante el funeral de un soldado en Ankara. Su respuesta siempre fue tranquila y tendiente a llamar a la calma.

Paralelismo

Desde Londres, Inglaterra, la politóloga criolla Maryhen Jiménez, hace un breve repaso sobre el resultado de la primera vuelta en las presidenciales del país gobernado con mano de hierro por Erdogan durante 20 años ―11 como primer ministro, 9 como presidente―. Mostró las láminas de un estudio del V Dem Institute, centro de investigación independiente que estudia cualidades de gobierno.

Y enseña paralelismos entre Venezuela y Turquía como falta de libertad de expresión, incumplimiento del principio electoral de la democracia, falta de autonomía del ente electoral, obstáculos para la conformación de partidos, represión hacia la sociedad civil organizada e irrespeto a la integridad física, entre otros.

En ese escenario, las divisiones dentro de la oposición, como aún sucede en Venezuela, ayudaron durante mucho tiempo a Erdogan a mantenerse en el poder. La segunda vuelta, que tiene igual múltiples escollos para el economista de 74 años, es sin embargo, una oportunidad enorme para darle un giro a la historia como candidato de un bloque unido, ahora con el apoyo tácito del partido pro kurdo.

¿Y nuestra curva de aprendizaje?

“Estudiosos de la política en Turquía mencionan la curva de aprendizaje de la oposición. Parece tener una mejor narrativa/estrategia de comunicación que en años anteriores”, escribe Jiménez, académica de Oxford. La inflación que alcanzó el 85% el año pasado y el creciente costo de vida son las principales preocupaciones de los turcos hoy, y las mayores críticas a Erdogan.

En artículo de opinión publicado a finales de marzo, Jiménez resalta lo positivo de la activación de un proceso de primarias para dirimir la figura que se mediría en las urnas contra Maduro, quien como el líder turco tendría, con una oposición unificada, un escenario adverso.

Sin embargo, la investigadora lamenta que la mayoría de los candidatos comenzaron el juego polarizador de culparse unos a otros por los fracasos del pasado. “Esto corre el riesgo de desencantar a los votantes y perjudicar la participación, porque refuerza la impresión de que el eventual ganador de las primarias puede imponer su propia visión en lugar de una agenda colectiva que represente la diversidad de la oposición”.

Maryhen estima que para disipar los temores de los demás, generar confianza y elaborar compromisos programáticos y estratégicos duraderos, los candidatos y los partidos tendrán que restar importancia a sus agendas individuales y partidistas y negociar una serie de “pactos fundacionales” internos para restaurar la democracia en Venezuela.

Y entre sus observaciones, añade: “Ayudar a que surja una alternativa viable es, por tanto, tan importante como denunciar la represión y luchar por mejores condiciones electorales. Las  podrían representar un punto de inflexión. Pero esto dependerá en gran medida de las elecciones que hagan los candidatos y partidos de la oposición en los próximos meses”.

 

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