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Gioconda Belli: Ortega y Murillo aspiran a tener poder absoluto en Nicaragua

Para la galardonada escritora nicaragüense Gioconda Belli, otrora defensora de la Revolución Sandinista, el presidente Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo buscan consolidar un poder absoluto en las elecciones de noviembre, y convertir a su partido en una "corte palaciega".

Ortega, quien aspira ganar su tercer mandato consecutivo desde que retornó al poder en 2007, nominó a Murillo como candidata a la vicepresidencia por el Frente Sandinista (FSLN).

"La elige porque de facto ella ha estado" al frente del gobierno y también por "el asunto de la sucesión", dice en una entrevista con AFP la autora de numerosas obras literarias que han sido traducidas a 14 idiomas.

Ortega y Murillo correrán por la presidencia sin rivales que pongan en riesgo su proyecto, gracias a cuestionadas resoluciones del poder judicial y el tribunal electoral, en manos del oficialismo, que dejaron a la oposición fuera de las elecciones del 6 de noviembre y del parlamento.

Las acciones contra la oposición tomaron por sorpresa a diversos sectores que creían que la alta popularidad y el buen gobierno que las encuestas otorgan al mandatario, así como las dificultades que tenía la oposición para levantar cabeza, no ponían en peligro sus planes de reelección.

-No confían en el pueblo-

"Es posible que hayan visto que el nivel de la masa votante de ellos (el FSLN) no estaba tan bien como creían", opina Belli, para quien la oposición no tenía posibilidades de ganar, pero sí de obtener una buena representación en el Congreso.

Por otro lado, la crisis política que atraviesa Venezuela, donde la oposición tomó fuerza después de los comicios de 2013, "pudo haber sido una advertencia" para que Ortega decidiera deshacerse de sus opositores antes de las elecciones, dice la escritora.

Aduce que el proyecto de la pareja presidencial apunta a instaurar un régimen que asegure la sucesión familiar, con todos los poderes supeditados a su mandato, en el más depurado estilo monárquico.

Advirtió, sin embargo, que "no puede existir progreso, ni un país en paz" con un sistema cerrado y sin contrapeso como el que planea establecer Ortega.

"La gente se va a rebelar" como ha ocurrido en la historia pasada de Nicaragua y de muchos otros países, indicó.

Estima que el FSLN, un partido que se forjó en 1961 como una fuerza revolucionaria contra la dictadura somocista, ha perdido la capacidad de incidir en los cambios políticos que se avecinan.

"El Frente está convertido en un súbdito. Retomando la metáfora de la monarquía, es como la corte palaciega. Ya no hay ninguna discusión dentro del FSLN", señaló Belli.

Cree que el llamado de la oposición a no votar como señal de protesta, puede llegar a tener eco, aunque admite que la población tiene miedo de reaccionar en público debido al poder que Ortega ha acumulado en todas las esferas.

"Hay miedo y no hay alternativa. No ha surgido una fuerza política a la que la gente pueda seguir", alega, aunque "no pierdo la esperanza. La dialéctica es tremenda, todo puede cambiar de un día para otro", subrayó.

Los nicaragüenses tienen "una gran capacidad de resistencia", pero también "un gran sentido de la justicia y de la libertad", aseguró.

-Murillo: inteligente y vengativa-

Belli afirma que Murillo, a quien conoció durante su militancia en el FSLN, "es una mujer inteligente, pero compleja".

"Puede ser increíblemente encantadora, chispa, con una gran capacidad organizativa, muy trabajadora, pero por otro lado, quizás esa misma inseguridad que tiene la convierte en muy intolerante y vengativa", aseguró Belli.

"Si ella no logra lo que quiere no tiene escrúpulos, igual que Daniel Ortega. (Ambos) son maquiavélicos en el sentido de que el fin justifica los medios", aseveró.

Se sabe, dijo, que es "supersticiosa (..) cree mucho en la magia, en las causalidades, en la energía del universo".

A juicio de Belli, Murillo será "una vicepresidenta fuera de lo común" porque "va a tomar el lugar del canciller, va a ir a representar a Nicaragua a los foros internacionales", además de continuar administrando el gobierno junto con Ortega.

Belli se integró en los años 70 a la lucha que encabezó el FSLN contra la dictadura somocista (1936-1979), apoyó la revolución en diferentes cargos y en la década del 90 dejó el partido por diferencias con la conducción de Ortega, para formar parte de la disidencia sandinista, hoy férreos opositores al gobierno.

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