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Gabriel Aldana, el actor venezolano que visibiliza los prejuicios sociales sobre la salud mental

Este proyecto nació una experiencia personal que el venezolano vivió cuando era adolescente. Lo considera un momento oscuro y en el cual su único refugio fue su hermano menor, a quien hasta el día quiere como si fuera su hijo

La niñez de Gabriel Alejandro Aldana Ortega fue un remolino, pero su presente, más allá de posibles coletazos de tormenta, está marcado por la perseverancia y el éxito que permiten evolucionar a diario.

Gabriel, escritor y actor caraqueño, estudió a medias Comunicación Social y Artes Escénicas. Llegó a Santiago en 2016 y en estos momentos impulsa una serie televisiva que busca visibilizar los prejuicios sociales sobre la salud mental.

La separación de mis padres, el bullying en el colegio y la presión social por ser homosexual me llevaron al psicólogo. Me diagnosticaron bipolaridad erróneamente y fue algo con lo que tuve que vivir durante cinco años hasta saber que no padecía de tal trastorno. Aumentó el bullying y el prejuicio social por tal diagnóstico, fue muy fuerte y difícil de llevar”, recuerda.

Este proyecto nació una experiencia personal que Gabriel vivió cuando era adolescente. Lo considera un momento oscuro y en el cual su único refugio fue su hermano menor, a quien hasta el día quiere como si fuera su hijo.

Antes emigrar laboró en el área contable con su papá, aunque confiesa odia la contaduría. También fue extra en novelas y películas. “Allá escribí mis nueve libros que aún no están publicados”, sostiene.

“Una vez me quedé dormido dentro de los cuartos donde botan la basura en los edificios cuando trabajé limpiando. En ese momento tenía dos trabajos y no descansaba absolutamente nada. Al principio en el área laboral fue un poco complejo, pero después se fue dando, he trabajado de todo”, añade, quien trabajó como conserje, limpiador de edificios, garzón y en atención al cliente.

Talleres de creatividad

En la actualidad, Aldana realiza talleres sobre cómo escribir guiones de cine y estimulación a la creatividad, en los que detalla cuáles son los pasos para escribir, cómo plasmar una idea y empezar de cero una historia.

Nadie sale de su país a vivir a otro lado solo porque sí, a menos que sea un mochilero. La necesidad de sobrevivir está en el ser humano y de ahí vamos de la mano nosotros los migrantes, querer sobrevivir. No me gusta hablar con etiquetas, esta experiencia de salir y explorar otra pequeña parte del mundo me hizo entender que todos somos humanos sin importar la nacionalidad, hay personas buenas y hay personas malas... Lo mismo pasa con los migrantes venezolanos o en general”, afirma.

Aldana asegura que se siente sorprendido por el hecho de enamorarse de Chile, sentirlo como su casa y formar su familia acá. “Me he topado con cientos de personas buenas que ya no sé de ellas, las personas acá son muy buenas y eso al principio me sorprendió mucho”, agrega.

A Gabriel le gusta que el chileno luche por sus derechos y que sea empático, amable y busque igualdad para todos. “Lo que no me comparto es la división que existe por culpa de la política. Generalmente hablamos de libertad de expresión, pero he visto personas siendo destruidas por opinar distinto. Eso es algo que no me gusta de ningún ser humano”.

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