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Experta: Es muy grave lo que ocurre en Nicaragua, el Papa debe asumir una posición

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha documentado torturas y otras violaciones de derechos humanos de las autoridades nicaragüenses en los últimos cuatro años, así como el encierro de más de 190 presos políticos, parte de ellos en crueles condiciones.

Los capítulos de arrestos, destierros, persecución, que ha vivido la alta jerarquía eclesiástica de Nicaragua durante los últimos cuatro años, parecieran mantener al margen al papa Francisco. "Para mí ya ha debido asumir una posición el Papa porque es muy grave lo que está aconteciendo en Nicaragua contra la iglesia, contra los representantes de la iglesia", opina María Elena Romero, politóloga.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha documentado torturas y otras violaciones de derechos humanos de las autoridades nicaragüenses en los últimos cuatro años, así como el encierro de más de 190 presos políticos, parte de ellos en crueles condiciones.

Según Romero, las agresiones son contra los representantes de la iglesia; los obispos, los sacerdotes, quienes  en sus discursos señalan lo que ocurre en el país centroamericano y "evidentemente se necesita asumir una posición más fuerte", insistió.

Luis Angarita, profesor de la Universidad Central de Venezuela e internacionalista, contrapone la visión de Romero, considera que el silencio del Vaticano más que inacción es un tema de prudencia, "creo que la estrategia de negociación del Vaticano siempre se ha caracterizado por no tener una diplomacia de micrófono, o denuncias altisonante", refirió.

El capítulo más reciente vivido por el sector eclesiástico nicaraguense, fue el arresto, el pasado viernes 19 de agosto de 2022, del obispo Rolando Álvarez, la última voz abiertamente crítica contra el gobierno del país centroamericano, quien actualmente está en reclusión domiciliaria.

La Policía Nacional de Nicaragua acusa al obispo de Matagalpa, de 55 años, conocido por denunciar violaciones de derechos humanos del gobierno de Daniel Ortega, de "organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población, provocando un ambiente de zozobra y desorden, alterando la paz y la armonía de la comunidad, con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales", cargos que él niega.

"No se trata solo de ir contra un modelo económico capitalista avasallante, se trata de ir contra un modelo que del socialismo pasa a ser autoritarismo y también violador de derechos  civiles, políticos y de derechos humanos en general", acota la politóloga.

Para Angarita, se trata de "una situación sumamente delicada y no todo puede ser inmediato con respuesta a las redes sociales, cree que se debe hacer un trabajo serio de la diplomacia del Vaticano y de toda la estructura de su cancillería, que hace el papel de sus relaciones internacionales, liderada por el jefe del Estado del Vaticano".

Al final la efectividad la veremos cuando en efecto haya al menos un cambio de actitud con la liberación de los presos, el cese del hostigamiento  de la iglesia en Nicaragua y de alguna manera un cambio de actitud del gobierno nicaragüense, destaca el internacionalista.

Po su parte Romero opina que "las condiciones de Nicaragua ya son alarmantes y si no haces nada como Vaticano, si no promueves una opinión contraria a estos eventos, podemos esperar que la iglesia siga perdiendo fuerza dentro de lo que es la condición primaria que tenía ante las creencias de los ciudadanos latinoamericanos".

 

Cree que el Papa Francisco debe convertirse en "un actor que debe presionar internacionalmente para que haya otra salida. Lo que espera el católico en América Latina es una posición más firme", sentenció.

Lo que dijo el Papa

Aunque evitó referirse específicamente al arresto del obispo Rolando Álvarez, el papa Francisco manifestó su "preocupación y dolor" por la situación del país centroamericano, en el que el Gobierno y la Iglesia Católica arrastran un profundo enfrentamiento. El pontífice deseó que "se puedan encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica".

El domingo 21 de agosto, en el final de sus tradicionales rezos en la Plaza de San Pedro, el pontífice, que nunca había hablado de la situación hasta ahora, expresó que sigue "con cercanía, preocupación y dolor" la crisis nicaragüense que "afecta a personas e instituciones".

"Quisiera expresar mi convicción y mi deseo de que por medio de un diálogo abierto y sincero se pueden encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica", subrayó, sin puntualizar en el caso del obispo Álvarez, arrestado el pasado viernes 19 de agosto de 2022.

Además, pidió que el Señor y la Virgen "inspiren en los corazones de todas las partes tal concreta voluntad".

 

La detención de Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa, administrador apostólico de la Diócesis de Estelí y opositor al régimen de Ortega, fue el episodio más reciente del enfrentamiento que el gobierno de Nicaragua mantiene con la cúpula religiosa.

Reforma del sistema de pensiones el punto de discordia

Las protestas de abril de 2018 en Nicaragua marcaron un punto de inflexión en las relaciones entre el gobierno y la Iglesia católica. Motivó protestas callejeras masivas, que el gobierno consideró parte de un intento de golpe de Estado, de acuerdo con la BBC Mundo.

La represión de las fuerzas de seguridad y civiles armados afines al sandinismo dejó 200 muertos reconocidos por el gobierno, 328 contabilizados por la CIDH y más de 650 según organizaciones civiles. También hubo unos 2.000 heridos y se encarceló a 1.600 personas, según la CIDH.

La Iglesia católica nicaragüense prestó apoyo a los manifestantes, que encontraron en la catedral de Managua refugio ante la violenta respuesta de las fuerzas de seguridad.

Su máxima autoridad, el cardenal Leopoldo Brenes, se erigió como mediador del fallido diálogo entre las partes y denunció enérgicamente la persecución de Ortega a la Iglesia, lo que lo puso en el punto de mira de las autoridades. El presidente endureció su retórica contra los eclesiásticos, a quienes en varias ocasiones ha llamado "golpistas" o "terroristas".

Tres años después, sin embargo, hay quienes acusan al cardenal de haber suavizado su postura frente al gobierno, a quien ha dejado de condenar abiertamente pese a los últimos acontecimientos, como el arresto del obispo Álvarez la semana pasada.

 

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