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Emprendimiento gastronómico venezolano crece gracias a la exquisitez de sus cachitos

“Lo más satisfactorio son los comentarios y reacciones de nuestros clientes que constantemente nos indican que son los mejores que han probado en Chile”, sostiene esta apasionada por la música y el baile, quien en 2022 espera poder abrir su propio local de panadería al público general y poder legalizar este hermoso proyecto

Para triunfar como emprendedor gastronómico venezolano en el exterior no basta con invertir, preparar productos atractivos y disciplinarse. Siempre, sin dudas, se debe tener sazón, tino y trabajar en equipo y con mucho amor.

La fórmula la manejan con mucha energía y entusiasmo Paola Cabello y Carlos Posada, responsables de @snackytable, una pareja de esposos caraqueños que llegó a Chile en pleno invierno de 2017 y que a casi cuatro años comienza a ver como se consolida el fruto de sus sueño.

Paola, de 27 años, y Carlos, de 37, iniciaron su proceso migratorio gracias a sus empleos como garzones, según detalla ella: “A la semana conseguí ese trabajo y una semana después Carlos. Duramos unos ocho meses trabajando en esa área que nos permitió solicitar los papeles para iniciar, como corresponde, nuestro proceso migratorio”, recuerda la licenciada en Administración de Empresas.

Carlos, amante de los deportes extremo y de las motos, se graduó en Venezuela como publicista y antes de emigrar se desempeñó, por 6 años, como coordinador comercial de Koala Andina.

En Santiago, en víspera de la pandemia por coronavirus, ingresó a una empresa de diseño gráfico que por la contingencia sanitaria mermó sus operaciones y tuvo que cesarlo. A ella le pasó lo mismo, pero como recepcionista en un hotel que fue fuertemente golpeado por la crisis social de finales de 2019.

Fue en pleno vértigo cuando nació su emprendimiento.

“Fue bien espontáneo, al iniciar la pandemia y en plena cuarentena, comenzamos a buscar opciones para generar ingresos, principalmente relacionados con alimentación, ya que somos de buen apetito. Así que en julio de 2020 decidimos vender tablas de picoteo para compartir en reuniones y se las ofrecimos a amigos y familiares”, cuenta Paola.

Sin embargo, el negocio se movía demasiado lento y no teníamos mucha clientela. “Hasta que un día nos dieron ganas de comer cachitos venezolanos, pero queríamos hacerlos nosotros desde el inicio para nuestro consumo. Nos quedaron tan ricos que le ofrecimos a nuestros vecinos y al recibir tan buenas críticas y comentarios, decidimos hacer más y ampliar nuestros clientes”, relata Cabello, quien destaca el buen momento que atraviesan.

“Lo más satisfactorio son los comentarios y reacciones de nuestros clientes que constantemente nos indican que son los mejores que han probado en Chile”, sostiene esta apasionada por la música y el baile, quien en 2022 espera poder abrir su propio local de panadería al público general y poder legalizar este hermoso proyecto.

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