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El desgaste de Macron frente al discurso más moderado de Le Pen

Los sondeos coinciden en que Emmanuel Macron ha incrementado ligeramente su ventaja sobre Marine Le Pen desde la primera vuelta (la media ahora es de 55,2 % frente a 44,8 %)

Emmanuel Macron y Marine Le Pen se juegan muchas de sus bazas para lograr la presidencia de Francia en el debate televisado de mañana, miércoles, que puede ser clave en la elección del próximo domingo.

El presidente saliente, liberal, y la líder ultraderechista centran la jornada de hoy en preparar ese importante duelo y no tienen programados actos públicos, de cara a un enfrentamiento que puede ser mucho más decisivo que el que mantuvieron hace cinco años.

El propio Macron admitió en una entrevista que sabe que Le Pen "se ha preparado mucho este debate", después de que el lance de 2017 acabara con una victoria abrumadora para el ahora presidente, según todos los analistas y medios de comunicación.

Su rival ya avanzó que dedicaría dos días completos a la preparación, porque "es un momento importante", después que la pasada semana reconociera que el debate de hace cinco años fue "el mayor fracaso" de su carrera política.

Ahora, Le Pen "ha trabajado mucho. Ahora domina los temas", aseguró hoy en France 2 Louis Aliot, alcalde de Perpiñán y uno de sus principales colaboradores.

Los sondeos coinciden en que Macron ha incrementado ligeramente su ventaja sobre Le Pen desde la primera vuelta (la media ahora es de 55,2 % frente a 44,8 %).

Ambos llegarán mañana al plató de televisión con la lección muy aprendida de su duelo del 3 de mayo de 2017 y de las nuevas circunstancias que vive el país.

Duelo agresivo y tenso en 2017

En un enfrentamiento agresivo y tenso, Macron atacó de forma sistemática la falta de propuestas concretas de la ultraderechista, así como la ausencia de financiación para sus promesas de gasto en favor de las clases populares.

Pero, por encima de todo, el ahora presidente destrozó la inverosímil propuesta de Le Pen de crear un sistema con dos monedas: un franco resucitado para uso interior y mantener el euro para las transacciones con el exterior.

Macron la acusó reiteradamente de "mentir" sobre la viabilidad de sus propuestas e incluso de ser una "parásita" por alimentarse del miedo y el odio que, según él, Le Pen y su partido sembraban en el país y los ciudadanos.

A su vez, Le Pen criticó repetidamente a Macron por ser partidario de "la mundialización salvaje", y en ocasiones le acusó de ultraliberal y en otras de socialista.

Además, algunas expresiones y tonos desafortunados mostraron a una Le Pen descolocada, sin la estatura de una jefa de Estado.

Al final, Macron venció a Le Pen en la segunda vuelta por casi el doble de votos: 66,1 % frente al 33,9 % y, aunque hubiera ganado de todas formas, las encuestas mostraron entonces un movimiento a su favor tras el debate.

Le Pen pule su imagen

Desde entonces, Le Pen lanzó un proceso que en francés se llama "desdiabolización" para hacer más digeribles a su partido, sus líderes y sus propuestas a través de una relativa moderación del discurso.

Ahora, Le Pen ha templado sus ideas sobre la UE y ha abandonado su postura más polémica (salir del euro), pero mantiene promesas que ponen los pelos de punta en Bruselas, como la supremacía del derecho francés sobre el comunitario o salir del espacio Schengen.

También ha bajado el tono (aunque no el fondo) de sus propuestas contra la inmigración, y la presencia más a su derecha de otro candidato aún más ultra (Éric Zemmour) ha contribuido a normalizar su discurso migratorio.

Por ejemplo, ha reducido la intensidad sobre una de sus propuestas más polémicas: la prohibición del velo musulmán. "No es una prioridad, pero es un objetivo", dijo hoy mismo su número dos, Jordan Bardella.

En esta campaña, Le Pen se ha centrado especialmente en la cuestión social y acusa a Macron de ser parte de una "oligarquía" indiferente al aumento de los precios de la energía y las consecuencias de la guerra en Ucrania que han subido el coste de la vida para las clases más modestas.

Ello le ha permitido también esquivar su antigua admiración por el presidente ruso, Vladímir Putin, aunque afirma que, cuando acabe la guerra, la OTAN debería establecer un acuerdo de seguridad con Rusia.

Y también ha buscado aumentar su talla política con un eslogan de altura: "Mujer de Estado".

Frente a ella, Macron llega con problemas causados por el inevitable desgaste de cinco años en el poder con sucesivas crisis (los "chalecos amarillos", la pandemia, la subida de precios) y decisiones de todo tipo que han alienado a diversos colectivos.

Por ello, también ha suavizado algunos de sus propuestas más polémicas y ahora admite cierta flexibilidad en su plan de reforma de las pensiones.

Como en 2017, Macron sabe que tiene muchos votos prestados de otras ideologías que no quieren que la ultraderecha llegue al Elíseo, pero ante lo apretado de los sondeos debe volver a ganárselos.

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