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Divorciados que volvieron a casarse se presentan ante el Papa

Humberto y Lucy, una pareja de divorciados que se han vuelto a casar, y Beatriz Muñoz Hernández, enfermera y madre soltera, presentaron ante el Papa en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas (México), su testimonio como "nuevas" familias a las que la Iglesia tiene que acoger.

Francisco escuchó estos testimonios en el estadio Víctor Manuel Reyna, donde entre el exterior y el interior se concentraron unas 42.000 personas, según estimaciones de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de Chiapas, estado del sur de México.

"Yo Humberto antes era soltero y yo Claudia divorciada con tres hijos, tenemos 16 años de casados por el civil. El Señor nos permitió la bendición de tener un hijo de ambos que actualmente tiene 11 años y es monaguillo", afirmó esta pareja a la que la Iglesia, al considerarles en pecado, no permite que puedan recibir los sacramentos, entre ellos la comunión.

"No podemos acceder a la eucaristía, pero podemos comulgar a través del hermano necesitado, del hermano enfermo, del hermano privado de su libertad" y "buscamos la manera de transmitir el amor de Dios" ayudando a adictos en un presidio, agregó.

"Es maravilloso tener un matrimonio y familia donde el centro es Dios", dijo Humberto y luego ambos se fundieron un abrazo con el santo padre.

La situación de los divorciados que se vuelven a casar fue abordada en los dos últimos sínodos de obispos que se celebraron en el Vaticano sobre la familia y fue la que más divergencias encontró.

Al final se aprobó utilizar al respecto el método del "discernimiento", la valoración caso por caso por parte de los sacerdotes durante la confesión, pero el Papa tendrá la última decisión en un documento que se espera publicará en breve.

 

Otro testimonio fue el de Manuel, un adolescente de 14 años discapacitado debido a una distrofía muscular.

"Le comparto algo de mi vida personal: antes caminaba, corría, jugaba como todo niño, pero a los 5 años empecé a caerme, se dieron cuenta mis papás y los médicos detectaron mi capacidad especial; tengo distrofia muscular. Fui perdiendo fuerza en todo mi cuerpo hasta que quedé en silla de ruedas".

Pero Manuel le dijo al Papa que no se dejó abatir pues sabía que a pesar de su condición física "podía hacer cosas más grandes".

"Ahora salgo en mi silla de ruedas a evangelizar y lo hago con mucha alegría a invitar a muchos adolescentes que no conocen el amor de Dios".

Al final del discurso, concluido con un espontáneo "Viva el papa Francisco" del enfermo, el papa se acercó a él y a sus padres y familiares y lo besó y a todos les dirigió unas breves palabras inaudibles para el auditorio.

También llegó ante el Papa una familia y los abuelos renovaron "su alianza matrimonial" de 50 años ante el pontífice, que después de escuchar al hijo de la pareja los abrazó a todos.

 

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