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Conoce la vida de Benedicto XVI, un papa brillante

Ampliamente reconocido como un destacado teólogo del siglo XX, su pontificado estuvo marcado por un profundo entendimiento de los desafíos de la Iglesia, ante la creciente agresión ideológica y la perspectiva cada vez más secular de Occidente, dentro y fuera de la Iglesia.

Joseph Aloisius Ratzinger, quien fuera elegido Papa en abril de 2005, tomó el nombre de Benedicto XVI tras décadas de servicio a la Iglesia Católica como teólogo, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal y uno de los más cercanos colaboradores de San Juan Pablo II, a quien sucedió en el papado.

Ampliamente reconocido como un destacado teólogo del siglo XX, el pontificado de Benedicto estuvo marcado por un profundo entendimiento de los desafíos de la Iglesia, ante la creciente agresión ideológica y la perspectiva cada vez más secular de Occidente, dentro y fuera de la Iglesia.

Como se recuerda, advirtió de la “dictadura del relativismo” en una homilía previa al cónclave de 2005, en el que fue elegido papa.

Nacido en el pequeño pueblo de Baviera llamado Marktl am Inn el 16 de abril de 1927, el fallecido papa creció en una región de Alemania conocida por su piedad y su gran devoción mariana. Fue el tercero de los hijos de Joseph y María Ratzinger.

Su juventud en el pueblo cercano, también bávaro, de Traunstein, se vio ensombrecida por el partido nazi, un régimen al que consideró “siniestro” y que “desterró a Dios y así se hizo impermeable a todo lo bueno y verdadero”.

Luego de un periodo forzado de dos meses en el ejército alemán al final de la Segunda Guerra Mundial, Ratzinger y su hermano mayor, Georg, retomaron sus estudios para el sacerdocio, primero en Freising y luego en Munich.

Ordenado sacerdote con su hermano el 29 de junio de 1951, Ratzinger concluyó su doctorado en teología y se convirtió en profesor universitario y vicepresidente de la prestigiosa Universidad de Ratisbona en Baviera.

Su reputación como intelectual hizo que el Cardenal Joseph Frings, Arzobispo de Colonia, lo invitara a servir como experto o perito en el Concilio Vaticano II. Rápidamente se distinguió como un eminente teólogo.

En 1977 el papa San Pablo VI lo nombró Arzobispo de Múnich y Freising. Más tarde, ese mismo año, lo designó Cardenal.

Solo cuatro años después, en 1981, San Juan Pablo II lo nombró prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, dedicado a promover y defender las enseñanzas de la fe católica. Estuvo en el cargo hasta la muerte del pontífice polaco en 2005.

Una posición firme en los casos de abusos

Mucho antes de su elección como Papa, el entonces cardenal Ratzinger había impulsado esfuerzos serios para enfrentar el flagelo del abuso sexual del clero. En 2001, tuvo un papel decisivo en la colocación de casos de abusos bajo la jurisdicción de la Congregación para la Doctrina de la Fe y ayudó a los obispos de Estados Unidos a recibir la aprobación del Vaticano para la Carta de Dallas y las Normas Esenciales que luego formaron la base para el inmenso progreso en el tratamiento del abuso del clero en los Estados Unidos.

En los días previos al fallecimiento de San Juan Pablo II en marzo de 2005, Ratzinger escribió las meditaciones del Vía Crucis del Viernes Santo en Roma. En su reflexión en la Novena Estación, hizo una condena lacerante: “¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él!”.

Sus palabras pronosticaban su compromiso con la lucha contra los abusos desde el momento de su elección.

A los dos meses de asumir el papado, Benedicto disciplinó al padre Marcel Maciel, el carismático e influyente fundador de los Legionarios de Cristo que durante mucho tiempo había sido acusado de abusar sexualmente de los seminaristas y luego se reveló que había llevado una doble vida profundamente escandalosa.

Cientos de sacerdotes que habían cometido abusos sexuales fueron expulsados del estado clerical durante el pontificado de Benedicto.

En 2008, cuando visitó los Estados Unidos, se encontró personalmente con víctimas, y en 2010 escribió una carta pastoral a los católicos de Irlanda, pidiendo  perdón por el enorme sufrimiento causado por los abusos.

“Habéis sufrido inmensamente”, escribió, “y eso me apesadumbra en verdad. Sé que nada puede borrar el mal que habéis soportado. Vuestra confianza ha sido traicionada y vuestra dignidad ha sido violada. Muchos habéis experimentado que cuando teníais el valor suficiente para hablar de lo que os había pasado, nadie quería escucharos”.

Su renuncia al papado

El 11 de febrero de 2013, Benedicto, de 85 años para entonces, sorprendió al mundo con el anuncio, en latín, de su renuncia, convirtiéndose en el primer papa en renunciar en 600 años.

Dijo que daba ese paso porque su edad avanzada y su falta de fuerzas lo hacían inadecuado para el servicio petrino.

Luego de su renuncia en 2013, estableció su residencia en el monasterio Mater Ecclesiae, un pequeño convento construido en 1994 dentro del Vaticano, donde se dedicó a una vida de oración y estudio.

“Soy simplemente un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinaje en esta tierra”, dijo en sus palabras finales como pontífice. “Caminemos junto al Señor por el bien de la Iglesia y del mundo”, añadió.

Benedicto era conocido por su amor por la música, tocaba música de Mozart y Beethoven en el piano, también por los gatos y las galletas de Navidad.

El fallecido papa era también conocido por su amabilidad, cortesía y por ser un verdadero hijo de Baviera.

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