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Ministro surcoreano pide cooperación a Pekín y Moscú para nuevas sanciones sobre Pyongyang

El ministro de Exteriores surcoreano, Yun Byung-se, ha pedido cooperación a sus homólogos chino y ruso en sendas conversaciones telefónicas para lograr nuevas y contundentes sanciones de la ONU que castiguen la última prueba nuclear norcoreana.

Durante la conversación con el canciller chino, Wang Yi, Yun pidió que la resolución implique "un alto precio" para Pyongyang como respuesta a su test nuclear del pasado 9 de septiembre y que evite nuevas provocaciones del régimen Juché, según se informó este miércoles en un comunicado remitido por la Cancillería surcoreana.

Wang se mostró de acuerdo en que la prueba es una violación de anteriores resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que además daña la paz y la estabilidad regional y que se deberían adoptar nuevas sanciones para evitar un mayor desarrollo en el programa nuclear y de misiles norcoreano.

El canciller chino aseguró que Pekín cumplirá con "sus obligaciones", incluyendo la adopción de resoluciones en el seno del Consejo de Seguridad (donde, al igual que Moscú, tiene poder de veto), y que China sigue rechazando el desarrollo de armas de destrucción masiva por parte de Corea del Norte.

Por su parte, el titular de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, afirmó que Rusia comparte la preocupación de la comunidad internacional y que "tomará parte activa" en las discusiones para adoptar nuevas sanciones.

La cooperación de las dos potencias es fundamental para que el Órgano Ejecutivo de Naciones Unidas pueda aprobar un castigo más severo contra Pyongyang.

El rol de China es doblemente importante ya que, como mayor socio comercial de Corea del Norte, es el principal responsable de velar del cumplimiento de gran parte de las sanciones económicas.

Sin embargo, se teme que Pekín y Moscú no secunden plenamente las propuestas lideradas por Washington, Seúl y Tokio, en respuesta al despliegue en territorio surcoreano del sistema antimisiles THAAD.

Estados Unidos y Corea del Sur decidieron este año instalar este escudo para derribar proyectiles a gran altura para hacer frente a los continuos lanzamientos norcoreanos, una medida que descontenta a Rusia y especialmente a China.

Ambas consideran que el rango del radar del THAAD alcanza sus territorios y puede interceptar información militar y han instado con vehemencia a Washington y a Seúl a que den marcha atrás.

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