El diario plural del Zulia

Por qué cuando se piensa en cosas humillantes del pasado se sigue sintiendo vergüenza

Un recuerdo que involucre vergüenza podría indicarnos que hemos hecho algo que otros podrían encontrar desagradable o negativo, o que de alguna manera hemos violado las normas sociales, y eso nos ayuda a aprender para manejar situaciones futuras de manera diferente

Todo el mundo se ha visto envuelto en una de esas situaciones en las que quiere clamar: "Trágame, Tierra" y que acto seguido suceda tal cosa, para no tener que enfrentar la vergüenza. Luego la vida pasa y se descubre que se puede sobrevivir,  pero el recuerdo de ese momento humillante queda ahí, para volver en algún momento, por ejemplo en medio del descanso de la noche.

¿Por qué esos recuerdos negativos se quedan en la cabeza y vuelven de vez en cuando, humillándonos de nuevo? ¿Por qué nos sentimos avergonzados todavía, cuando la ocasión en concreto ya pasó?

Hay dos formas en las que se pueden recordar experiencias del pasado: una es intencional y voluntaria (por ejemplo, cuando intentas recordar qué se comió ayer). Según informa la página Science Alert; la segunda forma es involuntaria y espontánea, esos recuerdos que aparecen en las mentes, incluso de manera no deseada o intrusiva. ¿De dónde vienen?

Parte de la respuesta radica en cómo los recuerdos están conectados entre sí. La comprensión actual es que las experiencias pasadas están representadas en redes conectadas de células que residen en nuestro cerebro (las neuronas).

Estas neuronas desarrollan conexiones físicas entre sí a través de la superposición de información en estas representaciones. Por ejemplo, los recuerdos pueden compartir un tipo de contexto (diferentes playas en las que ha estado, restaurantes en los que ha comido), ocurrir en períodos similares de la vida (infancia, años de escuela secundaria) o tener una superposición emocional y temática (momentos en los que haber amado o discutido con otros).

Una activación general de un recuerdo puede ser desencadenada por estímulos externos del entorno (vistas, sonidos, sabores, olores) o estímulos internos (pensamientos, sentimientos, sensaciones físicas). Una vez que se activan las neuronas que contienen estos recuerdos, es más probable que los recuerdos asociados se recuperen en la conciencia.

Los recuerdos involuntarios tienden a ser más negativos, igual que los pensamientos intrusivos, pues tienen un tono emocional más fuerte que los positivos.

Ahora bien, ¿cómo consiguen los recuerdos hacernos sentir cosas? Los recuerdos involuntarios tienden a ser más negativos, igual que los pensamientos intrusivos, pues tienen un tono emocional más fuerte que los positivos. Aunque los seres humanos, evolutivamente, estamos concebidos para evitar las malas situaciones no podemos evitar estos recuerdos involuntarios.

Eso tiene una razón (también evolutiva): un recuerdo que involucre vergüenza podría indicarnos que hemos hecho algo que otros podrían encontrar desagradable o negativo, o que de alguna manera hemos violado las normas sociales, y eso nos ayuda a aprender para manejar situaciones futuras de manera diferente.

No obstante, a algunas personas les sucede con más fuerza que a otras. Una teoría es que la tendencia a tener más probabilidades de recordar recuerdos que son consistentes con nuestro estado de ánimo actual. Es decir, si hay tristeza es más probable que recuerdes anécdotas relacionadas con decepciones, pérdidas o vergüenza.

De la misma manera, si te sientes ansioso es más probable que recuerde momentos en los que te sentiste asustado o inseguro. Y cuando secreteas algo, también tiene un sentido: su función es tratar de "resolver" lo que sucedió y aprender algo o resolver problemas para que estas experiencias no vuelvan a suceder.

Reflexionar y reelaborar los pensamientos puede ser útil, igual que la evidencia muestra que, cuando murmuramos, lo ideal es reconocer que está sucediendo y tratar de cambiar la atención hacia algo absorbente y sensorial (por ejemplo, hacer algo con las manos o enfocarse en imágenes o sonidos).

Este cambio de atención puede provocar un cortocircuito en la murmuración y hacer que hagas algo más valioso. En general, recuerda que aunque nuestro cerebro nos dé pequeños recordatorios de nuestras experiencias, no tenemos que quedarnos atrapados en el pasado.

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