El diario plural del Zulia

No subestimar las propinas extrañas, algo que hemos aprendido de Taylor Russey

Una camarera de Missouri se llevó una grata sorpresa al comprobar que la propina dejada por uno de los clientes habituales del Bleacher’s Bar excedía en mucho el valor total de la cuenta

El pasado 19 de Octubre, una camarera de Missouri se llevó una grata sorpresa al comprobar que la propina dejada por uno de los clientes habituales del Bleacher’s Bar excedía en mucho el valor total de la cuenta: el cliente no le dejó dinero, sino un boleto de Powerball que había adquirido allí mismo en el bar. Una propina que al anónimo sujeto le costó tan sólo 2 dólares, pero que se convirtió en 50.000 en el momento en que se arrojaron los resultados del sorteo.

Como no estamos muy acostumbrados a confiar en nuestra propia suerte, lo primero que pensó Taylor Russey fue “Chicos, ¿quién ganó todo ese dinero y no se lo dijo a nadie?”. Y es que no comprobó de inmediato si su boleto era ganador. Ni siquiera se le ocurrió pensarlo, sólo sabía que el boleto se había vendido en el mismo bar en el que llevaba trabajando más de tres años y cuya clientela es habitual. Recordó cómo el cliente anónimo esa noche había comprado varios boletos que había regalado a algunos clientes y que a ella le dejo uno de propina (una práctica, al parecer, habitual en él) y decidió comprobar si tenía premio. Cuando comprobó el boleto en la terminal del bar y descubrió su premio, apenas podía creerlo. Fue realmente consciente cuando le indicaron que no lo podía cobrar allí mismo y que debía ir a una oficina porque era demasiado dinero.

Lo primero que hizo Taylor fue llamar por teléfono a su benefactor para agradecerle la propina y comunicarle que sus dos dólares se habían convertido en 50.000, a lo que éste contestó que se alegraba sinceramente por ella. La camarera, consciente de que el dinero es más efímero de lo que pretendemos, ha asegurado que no abandonará su trabajo y que tratará de dar un buen uso a su propina: invertirá en su propia salud arreglando algún diente que estaba esperando a una situación económica mejor y terminará de pagar su vivienda, además de reformar alguna zona que también esperaba a la buena suerte para poder mejorar.

Cosas más insólitas se han visto en cuestiones loteras, pero esta nos deja un buen sabor de boca frente a otras anécdotas relacionadas con boletos que han terminado mal para el ganador o que han ido acompañadas de delitos. En este caso, la afortunada además ha tenido una reacción muy equilibrada y el cliente anónimo que llevaba años regalando boletos, también se sintió afortunado de que su buena acción tuviese los resultados esperados, ya que, a fin de cuentas, es lo que siempre había deseado que sucediese.

Tal vez esta anécdota nos haga plantearnos un par de cosas, la primera de ellas, que no debemos subestimar ciertos regalos que a priori parecen no tener un gran valor, porque detrás no sólo puede encerrarse una gran ilusión y una intención bella, sino que literalmente puede darnos una riqueza inesperada. La segunda, que si somos poseedores de un boleto de lotería debemos cuidar que no se nos extravíe ni deteriore y deberemos estar pendientes de los resultados del sorteo sin perder la esperanza, ya que no son pocos los boletos premiados que caen en el olvido o que no se pueden reclamar porque no se sabe dónde se dejaron. Más aún en estas fechas que se aproximan de loterías de Navidad, es importante no olvidar que tenemos boletos, cuántos son, dónde los guardamos y comprobar a tiempo si fueron premiados, ya que también ha sucedido a veces que la fecha límite de reclamo ha impedido que un ganador se hiciese con el premio. Puede que la suerte nos esté esperando a la vuelta de la esquina, a pesar del escepticismo. Así le sucedió a Taylor Russey, quien, a partir de ahora, volverá a creer en cuentos de hadas.

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